LISTAS
Manuel Alcántara, en su artículo del Diario Montañés comenta que se están reclamando listas abiertas y elección directa «para mejorar el nivel de los políticos.
El acreditado 'seny' catalán ha emergido del convulso subsuelo. Un total de 50 prohombres y de 50 promujeres de la sociedad catalana, simpatizantes de cualquiera de las varillas del abanico político, que se reúnen para darnos el mismo aire, están reclamando listas abiertas y elección directa «para mejorar el nivel de los políticos». Una aspiración legítima, pero si bien se mira demasiado dificultosa, ya que el nivel, en el noventa y mucho por ciento de los casos, es subterráneo.
No es cierto que todos los países sean merecedores de sus gobernantes. Los españoles, por ejemplo, llevamos un siglo largo no siendo tan malos como para ser acreedores de ese castigo. El pueblo siempre ha venido siendo entre nosotros mejor que quienes lo han gobernado, bien por la fuerza, bien por el sufragio popular. Ese es nuestro gran enigma histórico. Don José Ortega, que profesó la rara manía de pensar, lo atribuyó al hecho incontrovertible de «la ausencia de los mejores». Hay que elegir entre los que se presentan, esa es la tragedia. La quieren corregir, o mitigar, los catalanes que han elaborado el «Manifiesto al servicio de los ciudadanos y de la dignidad democrática». Las listas deben abrirse y la elección deber ser directa para evitar el asalto de truhanes y de zascandiles y no nos veamos obligados a escoger ente mamarrachos de primer o segundo orden. Los partidos buscan más la obediencia que la capacitación, dice el manifiesto. Algunos han empezado a preguntarse por qué tienen que aceptar a mamarrachos bien situados en las listas, conociendo su conducta personal y sus antecedentes morales. Muchos agraciados en las listas de la lotería electoral son unos trepas con tiempo libre. Tipejos que sólo han demostrado que no eran capaces de ganarse la vida con sus profesiones y se dedicaron irrespetuosamente a la política sabiendo que ahí sí podían ganar. Y que nadie les iba a arrendar las ganancias.
Manuel Alcántara, en su artículo del Diario Montañés comenta que se están reclamando listas abiertas y elección directa «para mejorar el nivel de los políticos.
El acreditado 'seny' catalán ha emergido del convulso subsuelo. Un total de 50 prohombres y de 50 promujeres de la sociedad catalana, simpatizantes de cualquiera de las varillas del abanico político, que se reúnen para darnos el mismo aire, están reclamando listas abiertas y elección directa «para mejorar el nivel de los políticos». Una aspiración legítima, pero si bien se mira demasiado dificultosa, ya que el nivel, en el noventa y mucho por ciento de los casos, es subterráneo.
No es cierto que todos los países sean merecedores de sus gobernantes. Los españoles, por ejemplo, llevamos un siglo largo no siendo tan malos como para ser acreedores de ese castigo. El pueblo siempre ha venido siendo entre nosotros mejor que quienes lo han gobernado, bien por la fuerza, bien por el sufragio popular. Ese es nuestro gran enigma histórico. Don José Ortega, que profesó la rara manía de pensar, lo atribuyó al hecho incontrovertible de «la ausencia de los mejores». Hay que elegir entre los que se presentan, esa es la tragedia. La quieren corregir, o mitigar, los catalanes que han elaborado el «Manifiesto al servicio de los ciudadanos y de la dignidad democrática». Las listas deben abrirse y la elección deber ser directa para evitar el asalto de truhanes y de zascandiles y no nos veamos obligados a escoger ente mamarrachos de primer o segundo orden. Los partidos buscan más la obediencia que la capacitación, dice el manifiesto. Algunos han empezado a preguntarse por qué tienen que aceptar a mamarrachos bien situados en las listas, conociendo su conducta personal y sus antecedentes morales. Muchos agraciados en las listas de la lotería electoral son unos trepas con tiempo libre. Tipejos que sólo han demostrado que no eran capaces de ganarse la vida con sus profesiones y se dedicaron irrespetuosamente a la política sabiendo que ahí sí podían ganar. Y que nadie les iba a arrendar las ganancias.
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