El Ministerio de Defensa inició hace tiempo un programa de inspección de todas las bases, cuarteles e infraestructuras militares. Chacón anunció que su departamento ha puesto en marcha una «auditoría de género» y anunció un protocolo «urgente» para adecuar los uniformes militares al cuerpo femenino.
Hiere especialmente que el Ejército, dando pruebas de una dolorosa insensibilidad, se permita el atrevimiento de hacer estos planteamientos, tan alejados de las verdaderas necesidades del pueblo, a no ser que quiera contribuir con este despropósito a desviar la atención de la ciudadanía hacia otras cuestiones menos trascendentes, sirviendo de cortina de humo, que transforme la actual crisis en una simple ‘desaceleración’.
Mucho me temo que producto de esta auditoría se cree la Unidad Especial de Intervención de Género, formada por varias modistas e infinidad de oficialas, que en cada batallón tratarán de adaptar los uniformes a la última corriente de la moda femenina, tendente desde hace tiempo a acortar falda y aumentar escote, incorporando los tacones a los insulsos zapatos varoniles, como elemento innovador.
Posiblemente se cambien los monótonos, sobrios, a la vez que poco imaginativos colores de camuflaje, por otros como el rojo, fucsia, rosa y salmón, que favorecen más a la mujer.
Para culminar tales trascendentes cambios se pintarán los tanques de rayas y los fusiles se personalizarán con múltiples colores, para desdramatizar y dar una mayor alegría bélica.
Me consta que cuando la mujer se incorporó al ejército, se tomaron las medidas oportunas, para que se instalasen en unas condiciones adecuadas. Normalmente, en una de las compañías del batallón se llevaron a efecto las obras pertinentes para adaptar tanto las duchas, como los servicios y demás habitáculos para tal efecto y se las colocó en dicha compañía.
Los que hicimos la Mili hace años, nos formaban a todos los recién llegados y nos daban los uniformes a medida (a medida que íbamos pasando). Posteriormente, unos con otros nos íbamos cambiando la ropa hasta encontrar algo que nos sentara más o menos bien y al que le sentaba mal, en el primer permiso que tuviese se lo arreglaban en casa. ¿No pueden ellas, en aras de esa igualdad que pregonan hacer lo mismo que hicimos nosotros?
Todo esto no sería más que una anécdota si no se diesen una circunstancias tan graves como las actuales en las que el paro alcanza niveles alarmantes, las familias se ven incapaces para hacer frente a los pagos de las hipotecas y lo que es peor, incluso para llenar la cesta de la compra.
Estoy seguro que en el Ejército muchos, piensan que a la actual Ministro de Defensa la hace falta mucha Mili para dar la talla.
Ver artículo en El Diario Montañés.
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