CONTRA LA IMPOSICIÓN DE LA CONDUCTA SEXUAL
Cada vez está más presente en la escuela española la presentación de las distintas conductas sexuales como igualmente valiosas y moralmente indiferentes. Bajo el paraguas de luchar contra la discriminación que pudo haber en el pasado con los homosexuales, se está transmitiendo a través de cursos de educación sexual el mensaje de que en materia de sexualidad todo vale y todo es igualmente valioso; el único criterio sería la Ley de la autonomía de la persona. Esta forma de entender la sexualidad es una opción ideológica con unos contenidos antropológicos y éticos perfectamente discutibles y no compatibles, por lo que no es legítimo imponerla a los escolares como si fuese la única compatible con el respeto a la libertad y la lucha contra toda discriminación injusta.
Se puede perfectamente defender una visión de la sexualidad integrada en la concepción de la complementariedad hombre-mujer abierta a la vida en el matrimonio, sin por ello atacar la libertad de nadie ni promover discriminación alguna.
Quienes defendemos esta forma de entender la sexualidad, la proponemos, no la imponemos; y por ello tenemos derecho a exigir que nadie quiera imponernos ni a nosotros ni a nuestros hijos otra opción moral distinta al respecto. [Antonio Lavín Higuera, en Cartas al Director, del Diario Montañés]
Cada vez está más presente en la escuela española la presentación de las distintas conductas sexuales como igualmente valiosas y moralmente indiferentes. Bajo el paraguas de luchar contra la discriminación que pudo haber en el pasado con los homosexuales, se está transmitiendo a través de cursos de educación sexual el mensaje de que en materia de sexualidad todo vale y todo es igualmente valioso; el único criterio sería la Ley de la autonomía de la persona. Esta forma de entender la sexualidad es una opción ideológica con unos contenidos antropológicos y éticos perfectamente discutibles y no compatibles, por lo que no es legítimo imponerla a los escolares como si fuese la única compatible con el respeto a la libertad y la lucha contra toda discriminación injusta.
Se puede perfectamente defender una visión de la sexualidad integrada en la concepción de la complementariedad hombre-mujer abierta a la vida en el matrimonio, sin por ello atacar la libertad de nadie ni promover discriminación alguna.
Quienes defendemos esta forma de entender la sexualidad, la proponemos, no la imponemos; y por ello tenemos derecho a exigir que nadie quiera imponernos ni a nosotros ni a nuestros hijos otra opción moral distinta al respecto. [Antonio Lavín Higuera, en Cartas al Director, del Diario Montañés]
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