Mi nombre es Sonia, nací en Cantabria hace 37 primaveras y me dedico, lo mejor que sé, a mi trabajo como enfermera en uno de los hospitales de nuestra región. Hace exactamente 7 años, en pleno invierno, me diagnosticaron un cáncer de mama bastante agresivo en la mama izquierda con afectación de ganglios, por lo que a toda mecha comenzamos los tratamientos… mastectomía radical, vaciamiento axilar, quimioterapia, radioterapia y durante cinco años tratamiento hormonal. En el 2016 me hice la reconstrucción con el músculo dorsal ancho y a día de hoy puedo decir que me siento casi al 100% a pesar de las secuelas que a veces nos quedan. Y aquí es donde comienza una nueva historia, un nuevo capítulo en mi vida, el gran descubrimiento: La Montaña.
Después de todo esto, tuve la suerte de conocer a mis grandes amigos y compañeros de ruta que me inyectaron esa pasión por la montaña y la naturaleza. Es tal la motivación que me dieron que no concibo mi vida sin ello ahora mismo. Disfruto tanto y te hace sentir tan libre que no quiero dejar de conocer lugares maravillosos que muchas veces tenemos delante de los ojos y no somos capaces de verlo.
Antes de ese parón disfrutaba las cosas de otro modo, pero hay algo que te cambia la forma de ver y de sentir. No quiero que se me escape la vida sin disfrutar todo lo que pueda de la naturaleza y de las pequeñas cosas que te ofrece. Conocer senderos, montañas, caminos, historias…volver a lugares mágicos cuando uno lo necesita, ver caer la hoja, pisar la nieve, cruzarse con un ciervo, un zorro, las cascadas en primavera o los primeros copos en invierno sobre Campoo, mi tierra…
En tiempos duros como los que viví en aquel entonces o los que estamos viviendo, pensar en salir a la montaña después de tantos confinamientos, de todo el estrés que tanto daño nos ha hecho, era lo que más necesitaba. Supongo que todos tenemos nuestra vía de escape. La mía es esa y aunque hay mil lugares yo tengo el mío, los Collados del Asón.
Para mí es la combinación perfecta de todos los valores que creo imprescindibles: deporte, salud, amistad, compañerismo, esfuerzo, lucha y superación. Seguro que se me quedan muchos, pero aunque suene a tópico, es la realidad. La montaña nos ofrece todo y no nos pide nada. Sin dramatismo, lo que no estoy dispuesta a hacer hoy en día es a ver pasar el tiempo sin darle valor a estas pequeñas “grandes” cosas.
Después de todo esto, tuve la suerte de conocer a mis grandes amigos y compañeros de ruta que me inyectaron esa pasión por la montaña y la naturaleza. Es tal la motivación que me dieron que no concibo mi vida sin ello ahora mismo. Disfruto tanto y te hace sentir tan libre que no quiero dejar de conocer lugares maravillosos que muchas veces tenemos delante de los ojos y no somos capaces de verlo.
Antes de ese parón disfrutaba las cosas de otro modo, pero hay algo que te cambia la forma de ver y de sentir. No quiero que se me escape la vida sin disfrutar todo lo que pueda de la naturaleza y de las pequeñas cosas que te ofrece. Conocer senderos, montañas, caminos, historias…volver a lugares mágicos cuando uno lo necesita, ver caer la hoja, pisar la nieve, cruzarse con un ciervo, un zorro, las cascadas en primavera o los primeros copos en invierno sobre Campoo, mi tierra…
En tiempos duros como los que viví en aquel entonces o los que estamos viviendo, pensar en salir a la montaña después de tantos confinamientos, de todo el estrés que tanto daño nos ha hecho, era lo que más necesitaba. Supongo que todos tenemos nuestra vía de escape. La mía es esa y aunque hay mil lugares yo tengo el mío, los Collados del Asón.
Para mí es la combinación perfecta de todos los valores que creo imprescindibles: deporte, salud, amistad, compañerismo, esfuerzo, lucha y superación. Seguro que se me quedan muchos, pero aunque suene a tópico, es la realidad. La montaña nos ofrece todo y no nos pide nada. Sin dramatismo, lo que no estoy dispuesta a hacer hoy en día es a ver pasar el tiempo sin darle valor a estas pequeñas “grandes” cosas.
Sonia Saiz
Montañera y superviviente de cáncer
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