Campanario, campanario,
campanario de mi pueblo,
aunque lejos en los años
y aunque en los caminos lejos
me vienen tus sones a ratos
envueltos entre los sueños.
Suenan en la madrugada
animando el valle entero,
y la niebla se levanta
abriéndole al sol el sendero
en sonando las campanas
como en los tiempos primeros.
Son para mí como tragos
de calostro y de comienzo
aquellos tañidos vagos
en el aire mañanero.
Si aquel viejo campanario
aún resiste en pie y entero,
cuando yo esté en el sudario
allá irán los mis recuerdos,
allá volarán bien raudo,
ya sin dolor y sin miedo;
junto al roble milenario,
entre nidos solitarios
y entre cantos de vencejos,
volarán mis pensamientos.
Adolfo Palacios
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