Hace falta conciliar la escuela y la vida de los adultos, para permitir a los niños un buen aprovechamiento escolar. Pero, en un país donde no interesa la educación, no es extraño que no preocupe. Implicaría volver a la jornada partida, desechando un régimen que aplasta la vida de los niños, que los hace estudiar tres horas seguidas, y les hace levantarse más pronto, con la repercusión en salud mental y suicidios. Los lleva a comer a hora tardía, les obliga a compaginar recreo con tentempié y con mala salud bucodental. Y que provoca mala enseñanza, impidiendo a los docentes que quieran, preparar bien sus clases, hacer reuniones extra, encontrar momentos para hablar del alumnado. Bien lo saben ciertos colegios privados, y algunas comunidades autónomas que se han resistido. Que no digan, pues, que no hay alternativa. Y, a propósito, ¿para cuándo una evaluación de los resultados de implantar la jornada continua, como se dijo?
Adolfo Palacios para Cartas al Director de El Diario Montañés.
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