Se dijo del s. XX que había sido "el siglo del niño", por la atención específica que, por primera vez, recibió la psicología infantil, el parto y la crianza, los derechos del menor... A España todo eso llegó algo tarde y a medias, como suele ser. En 1993, Pepe Rodríguez publicó "Qué hacemos mal con nuestros hijos", poniendo algunas cosas ante los incrédulos ojos de muchos; había que subir el nivel, ser más sensibles. Como maestro que he sido, he sentido pena de muchos alumnos, viendo las condiciones en que vivían, cómo los trataban, y el enorme plus de enseñanza que necesitarían para lograr cierta normalidad. Quizá no se puede ser tan exigente: habría que ver si prehistóricamente ha sido lo natural, para el ser humano, criarse bajo tanto cuidado. La enseñanza es de los sectores donde más horas extras se hacen (no pagadas, claro). Uno querría dar mejor atención ("no podemos conducir por ti", decía la DGT), pero, por otro lado, el maestro tiene su propia familia, y las condiciones laborales docentes no tienen por qué diferir de las de otras profesiones... Haría falta un estamento intermedio entre familia y enseñanza, que hiciese de "tribu" acompañante. Al menos en los casos necesarios.
Adolfo Palacios para Cartas al Director de El Diario Montañés.
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