En un artículo reciente en El País, a propósito de la película de Amenábar "El cautivo", Jordi Gracia se lamentaba de la tendencia que observa él en España a hacer ficciones estérilmente fantasiosas sobre personajes cuyos hechos reales darían para creaciones igualmente interesantes. Coincido con él. Y creo que es un rasgo que ha ido a más en las últimas décadas. Y creo también que es un rasgo generalizable, indicador de la actitud aquí generalmente reinante hacia todo lo que, para ser hecho en serio, requeriría estudio y amor a la cosas; se busca el aplauso, bajo la capa de un antielitismo, a costa de sacrificar el conocimiento del pasado y de cualquier cosa para cuya apreciación haga falta una inteligencia o una sensibilidad especial, como diciendo, asimismo: "aquí no vamos a hacer hagiografía de nuestras glorias nacionales como se hacía en el régimen anterior". Una pena, pues así no se hace cultura de verdad, sino solo entretenimientos que no suman a nada y se evaporan al poco tiempo.
Adolfo Palacios.
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