Finalizada una legislatura de lo más lamentable en la vida municipal de Los Corrales de Buelna, que si por algo se caracterizó fue por la polémica constante entre el equipo de gobierno y la oposición, nos encontramos en el comienzo de esta nueva con que las cosas parece que van a seguir por idénticos derroteros.
Algo de tan vital importancia como la situación real de las arcas municipales es un verdadero enigma para los vecinos, que impotentes asistimos, como ya ocurriera al comenzar la legislatura anterior, a un nuevo cruce de acusaciones en el que los posicionamientos respectivos muestran unas diferencias numéricas abismales.
Se hace imprescindible que un organismo competente deje en claro la situación financiera del Ayuntamiento de Los Corrales de Buelna, ya que es lo mínimo que tenemos derecho a conocer los vecinos del municipìo.
Pero es que en este desorden municipal corraliego la indignación de los administrados no parece gozar de tregua alguna, pasando a vivir un nuevo episodio, cual es la posibilidad de que sea cubierta la tradicional bolera de la Rasilla, donde nuestros ancestros disputaron memorables partidas y jamás se arredraron ante un índice pluviométrico sensiblemente más acosador para la práctica del vernáculo deporte que el de los tiempos actuales.
Es de primerísima necesidad que se vaya desechando por completo esta idea, pues era ya lo que faltaba en Los Corrales de Buelna, donde un desordenado crecimiento urbanístico en las últimas decadas, con actuaciones verdaderamente reprobables, nos ha dejado la pésima fisonomía que hoy presenta aquel precioso pueblo de todavía los años sesenta y setenta de la pasada centuria.
La Rasilla es un nostálgico lugar de recreo que nos legaron las generaciones anteriores y que de ninguna forma puede permitirse atentado alguno que altere sustancialmente su estado actual. Es un espacio abierto que integra jardines, árboles, bolera típica de la tierra, juegos infantiles, viales..., no admitiendo ningún elemento pertubador, como la construcción en altura, que venga a modificar tan negativamente este sosegado y precioso rincón de nuestro pueblo. Sería el colmo la aparición de una sombra fantasmal entre la natural que de siempre ha proporcinado allí el conjunto de árboles durante la época estival, sobre todo a niños y a ancianos.
Si alguna actuación pide este bonito espacio corraliego, siendo imperdonable que ello no se tenga en cuenta, es la recuperación de la fuente luminosa que tuvo en su día y que vergonzosamente allí permanece como maceta (últimamente con farola) desde que fuera anulada.
Paulino Laguillo en Cartas al Director, de El Diario Montañés.
Algo de tan vital importancia como la situación real de las arcas municipales es un verdadero enigma para los vecinos, que impotentes asistimos, como ya ocurriera al comenzar la legislatura anterior, a un nuevo cruce de acusaciones en el que los posicionamientos respectivos muestran unas diferencias numéricas abismales.
Se hace imprescindible que un organismo competente deje en claro la situación financiera del Ayuntamiento de Los Corrales de Buelna, ya que es lo mínimo que tenemos derecho a conocer los vecinos del municipìo.
Pero es que en este desorden municipal corraliego la indignación de los administrados no parece gozar de tregua alguna, pasando a vivir un nuevo episodio, cual es la posibilidad de que sea cubierta la tradicional bolera de la Rasilla, donde nuestros ancestros disputaron memorables partidas y jamás se arredraron ante un índice pluviométrico sensiblemente más acosador para la práctica del vernáculo deporte que el de los tiempos actuales.
Es de primerísima necesidad que se vaya desechando por completo esta idea, pues era ya lo que faltaba en Los Corrales de Buelna, donde un desordenado crecimiento urbanístico en las últimas decadas, con actuaciones verdaderamente reprobables, nos ha dejado la pésima fisonomía que hoy presenta aquel precioso pueblo de todavía los años sesenta y setenta de la pasada centuria.
La Rasilla es un nostálgico lugar de recreo que nos legaron las generaciones anteriores y que de ninguna forma puede permitirse atentado alguno que altere sustancialmente su estado actual. Es un espacio abierto que integra jardines, árboles, bolera típica de la tierra, juegos infantiles, viales..., no admitiendo ningún elemento pertubador, como la construcción en altura, que venga a modificar tan negativamente este sosegado y precioso rincón de nuestro pueblo. Sería el colmo la aparición de una sombra fantasmal entre la natural que de siempre ha proporcinado allí el conjunto de árboles durante la época estival, sobre todo a niños y a ancianos.
Si alguna actuación pide este bonito espacio corraliego, siendo imperdonable que ello no se tenga en cuenta, es la recuperación de la fuente luminosa que tuvo en su día y que vergonzosamente allí permanece como maceta (últimamente con farola) desde que fuera anulada.
Paulino Laguillo en Cartas al Director, de El Diario Montañés.
1 comentario:
Muy bien Paulino, hay que cuidar el pueblo.. como sigamos así, esto va a ser algo dificil de arreglar..
Publicar un comentario