Benjamín Salas Pérez-Rasilla nos ha dejado de una manera sorpresiva inesperada y dolorosa esta circunstancia podría abonarnos a los recuerdos cercanos y eclipsar todas aquellas otras cosas que labró día a día ejerciendo de hijo, de hermano, de esposo, de padre y de amigo con una natural pero nada habitual bonhomía; en todas y cada una de las distintas etapas de su vida que fueron muchas y no exentas de dificultades.
Benjamín Salas nació en Sohamoz de Buelna, en el año 1952 y falleció el 28 de septiembre, cuando estaba a punto de cumplir 55 años. Fue un trabajador infatigable en su puesto de técnico ferroviario. Estaba casado y tenía una hija.
Benjamín escondía, detrás de un carácter introvertido, una cierta fragilidad que le hacía cercano y la vez vulnerable y es que Benjamín no era una persona perfecta, ¡faltaría más! pero yo viví momentos, muchos momentos, en los que Benjamín animaba a convivir 'con' él y no 'para' él y en los que supo escuchar y apostó por convencer en lugar de vencer haciéndote cómplice en la búsqueda de las mejores causas. Que nadie confunda este hecho con debilidad porque también hubo momentos, muchos momentos, en los que supo escuchar y también supo ilusionar y enseñar; y aprender y avanzar y rectificar y volver a avanzar. Fue por momentos inteligente, innovador, honesto, cabal, tenaz, perseverante y altruista. También hubo muchos momentos en los que fue afable, sencillo, bondadoso y honrado en el carácter y el comportamiento y es que Benjamín que no fue una persona perfecta faltaría más sí que fue una gran persona y toda seguida sin puntos ni comas.
Agustín Ruiz Pérez
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