YO, CON OBAMA, POR LA EDUCACIÓN DIFERENCIADA
He decidido contar mi historia porque ha llegado el momento oportuno. Seguramente mi nombre no les diga nada pero espero que lo que aquí lean sí les aporte algo, aunque sólo sea otra visión de la jugada.
Empezaré remontándome a mi niñez. Nací hace 45 años y mi vida colegial transcurrió entre tres centros escolares diferentes: hasta los 8 años fui alumna de un colegio mixto, de los 8 a los 14 de un colegio de educación diferenciada (para entendernos, sólo de chicas), de los 14 a los 17 estudié en un instituto público (mixto, por supuesto) y en mi último curso, antes de la Universidad volví, por mi propio pie, al colegio de chicas. Gracias a esta vivencia directa de diferentes modalidades de educación me veo capacitada, hoy, para intervenir en el debate sobre la educación diferenciada y la educación mixta.
He decidido contar mi historia porque ha llegado el momento oportuno. Seguramente mi nombre no les diga nada pero espero que lo que aquí lean sí les aporte algo, aunque sólo sea otra visión de la jugada.
Empezaré remontándome a mi niñez. Nací hace 45 años y mi vida colegial transcurrió entre tres centros escolares diferentes: hasta los 8 años fui alumna de un colegio mixto, de los 8 a los 14 de un colegio de educación diferenciada (para entendernos, sólo de chicas), de los 14 a los 17 estudié en un instituto público (mixto, por supuesto) y en mi último curso, antes de la Universidad volví, por mi propio pie, al colegio de chicas. Gracias a esta vivencia directa de diferentes modalidades de educación me veo capacitada, hoy, para intervenir en el debate sobre la educación diferenciada y la educación mixta.
No fui nunca mal estudiante (para qué negarlo), pero mis mejores calificaciones las conseguí en el colegio de chicas. Dicen que los colegios para un único sexo contribuyen al aumento del desequilibrio entre hombres y mujeres (declaraciones del coordinador regional de Izquierda Unida), pero en mi caso (¡y ya sería curioso que fuese el único!) supuso exactamente lo contrario: en mi primer año de instituto fui elegida Delegada de mi clase y lo mismo me pasó en mi primer año de Universidad. No tuve nunca problemas de relación con el otro sexo, es más, tenía más amigos que muchas de las chicas de mi clase que habían asistido siempre a colegios mixtos.
Otro comentario divertido que he leído estos días es el de el sindicato STEC en el que califica a los colegios de educación diferenciada como «alejados del mundo en que vivimos y más cercanos a épocas pasadas de infausto recuerdo»; y es que, a la vez, me llega una noticia sobre el recientemente elegido Ministro de Educación en el Gobierno de Obama, que ha promovido y sigue promoviendo en EEUU la creación, como opción alternativa y en circunstancias diversas, de colegios PÚBLICOS únicamente para chicos o para chicas. Hasta Hillary Clinton ha llegado a afirmar que «no debe haber ningún obstáculo para ofrecer educación 'single-sex' en los colegios públicos». Sé que para muchos lo que se haga en EEUU siempre está mal, pero quizás si lo hace OBAMA ....
¿Educación mixta o no-mixta? No voy a caer en la tentación de imponer a otros padres mi opinión personal sobre la mejor forma de educar a los hijos. Ambos modelos tienen ventajas e inconvenientes y cada familia ha de sopesarlos en su decisión personal. Me ruborizan las siguientes declaraciones de un representante de UGT: «la co-educación es la mejor forma de educar a los alumnos» (sobre todo cuando encierran el mensaje subliminal de: ninguna otra forma es admisible).
Y para terminar, mi peor presentimiento: ¿estos colectivos anti-educación diferenciada creen, de verdad, que todos los alumnos de estos colegios van a convertirse en maltratadores, enemigos del sexo contrario, ciudadanos irreponsables etc.etc? ¿no será que lo que realmente les molesta son las instituciones que habitualmente están ligadas a este tipo de colegios?. En este sentido, sólo Izquierda Unida ha sido sincera al lamentar que en nuestra comunidad «todos los centros concertados, salvo contadísimas excepciones, sean de carácter religioso y por tanto con valores retrógados y ultra-conservadores». Ahí queda. Como madre tales palabras me ofenden, pero no perjudican a mis hijos.
Como madre lo que realmente me preocupa es que me nieguen la libertad para elegir el tipo de colegio que considero más adecuado.
Mercedes Fuster, en Cartas al Director, del Diario Montañés
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