Nuevamente el Sr. Revilla busca el protagonismo personal, haciendo unas declaraciones en las que muestra un desconocimiento impropio del cargo que ocupa, al reclamar un impuesto para los “pudientes” en beneficio de los parados.
No ha pensado que este tipo de medidas tendrían como reacción la fuga de los capitales más relevantes de nuestra nación, ya que posiblemente las poseedores de las mayores fortunas se hiciesen ciudadanos de Andorra o Mónaco, con lo que la reactivación de nuestra economía se vería altamente perjudicada al carecer de capital para financiar esta deseada recuperación.
Desconoce el Sr. Revilla que impuestos como el IVA cumplen este requisito, ya que actúa sobre el consumo, con lo que los de mayor renta consumirán más y por lo tanto tributarán más. El de la Renta, al ser progresivo, incide también más sobre “los más pudientes”, utilizando la terminología del Sr. Revilla, por lo que las renta más altas tributarán también más.
El problema es que el Sr. Presidente también desconoce que el conflicto no radica en la imposición ni en la recaudación. El verdadero problema nace en el reparto que los políticos hacen de lo recaudado.
En la mente de todos están las innumerable obras faraónicas, muchas veces innecesarias, que tiene por objeto el satisfacer el ego de los políticos y el servirles de propaganda electoral, por las que se pagan dos y tres veces lo presupuestado.
El injusto reparto interregional, que hace que regiones privilegiadas salgan beneficiadas, en detrimento de otras, producto de un chantaje político derivado de una necesidad del Gobierno de asociarse con partidos minoritarios, para poder gobernar y seguir en el poder.
El vergonzoso pago en Bruselas a traductores del español a otras lenguas de nuestra nación, que hace que seamos el hazmereír de Europa, además de tener 86.000 concejales, casi 1.600 parlamentarios autonómicos, 350 diputados en Cortes, 300 Senadores, una Casa Real, 20 Ministros, etc, etc .
En otros muchos casos es el propio Gobierno Cántabro el que tiene deudas con muchas empresas, a las que retrasa los pagos, y que obliga a estas a enviar a sus empleados al paro.
Sería interminable el enumerar las muchas actuaciones desafortunadas de nuestros políticos, muchas de las cuales han conseguido que algunos de ellos se vean implicados en casos de corrupción, prevaricación y demás infracciones derivados de vergonzosas actuaciones delictivas.
La actuación de nuestro Presidente cabría encasillarla, por lo tanto, dentro de las que nos tiene acostumbrados, cargadas de demagogia populista, buscando protagonismo y el voto.
No ha pensado que este tipo de medidas tendrían como reacción la fuga de los capitales más relevantes de nuestra nación, ya que posiblemente las poseedores de las mayores fortunas se hiciesen ciudadanos de Andorra o Mónaco, con lo que la reactivación de nuestra economía se vería altamente perjudicada al carecer de capital para financiar esta deseada recuperación.
Desconoce el Sr. Revilla que impuestos como el IVA cumplen este requisito, ya que actúa sobre el consumo, con lo que los de mayor renta consumirán más y por lo tanto tributarán más. El de la Renta, al ser progresivo, incide también más sobre “los más pudientes”, utilizando la terminología del Sr. Revilla, por lo que las renta más altas tributarán también más.
El problema es que el Sr. Presidente también desconoce que el conflicto no radica en la imposición ni en la recaudación. El verdadero problema nace en el reparto que los políticos hacen de lo recaudado.
En la mente de todos están las innumerable obras faraónicas, muchas veces innecesarias, que tiene por objeto el satisfacer el ego de los políticos y el servirles de propaganda electoral, por las que se pagan dos y tres veces lo presupuestado.
El injusto reparto interregional, que hace que regiones privilegiadas salgan beneficiadas, en detrimento de otras, producto de un chantaje político derivado de una necesidad del Gobierno de asociarse con partidos minoritarios, para poder gobernar y seguir en el poder.
El vergonzoso pago en Bruselas a traductores del español a otras lenguas de nuestra nación, que hace que seamos el hazmereír de Europa, además de tener 86.000 concejales, casi 1.600 parlamentarios autonómicos, 350 diputados en Cortes, 300 Senadores, una Casa Real, 20 Ministros, etc, etc .
En otros muchos casos es el propio Gobierno Cántabro el que tiene deudas con muchas empresas, a las que retrasa los pagos, y que obliga a estas a enviar a sus empleados al paro.
Sería interminable el enumerar las muchas actuaciones desafortunadas de nuestros políticos, muchas de las cuales han conseguido que algunos de ellos se vean implicados en casos de corrupción, prevaricación y demás infracciones derivados de vergonzosas actuaciones delictivas.
La actuación de nuestro Presidente cabría encasillarla, por lo tanto, dentro de las que nos tiene acostumbrados, cargadas de demagogia populista, buscando protagonismo y el voto.
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