EN EUROPA YA SE CUESTIONA ABIERTAMENTE A LA CASTA POLÍTICA
Anota Gustavo Bueno en su libro «El Mito de la derecha» que «no puede decirse hoy que el PSOE sea de izquierdas, puesto que su política es prácticamente la misma que la del PP. Y, por este motivo, tampoco puede decirse que el PP sea de derechas. Incluso, ateniéndonos a ciertos marcadores, el PSOE está más a la derecha en muchos puntos que el PP. Las diferencias que suelen alegarse por los ideólogos del PSOE en el Gobierno son fatuas: la preocupación por la seguridad social, por las pensiones de jubilación, por la igualdad... es común tanto al PSOE como al PP o a cualquier partido que sabe que los electores de la tercera edad forman en España un colectivo de casi ocho millones de votos, de los cuales dos millones tienen más de 80 años». Y de forma inmediata añade Bueno que la ecualización de los dos grandes partidos españoles no indica que vivamos en un mundo armonista. Por el contrario, como señala acertadamente, la crisis económica ha disparado las diferencias sociales. Dicho de otra manera: el sistema de partidos imperante no responde a las necesidades e ideales de los ciudadanos, es sólo un eco retórico y un sistema de supervivencia -y de ultraenriquecimiento personal- de una casta que, cien años después, se ha convertido en el paradigma de la clase ociosa de Veblen.
En Europa el rechazo y la denuncia de la casta va en aumento, como se ve en los resultados electorales, pero en España sigue todo igual en el orden de los partidos mientras en la sociedad crece el desorden porque hay ya mucha gente que no tiene ni para comer. Sospecho que ese estatus quo político, esa ecualización indignante, tiene las horas contadas.
Fuente: Javier Neira en lne.es
En Europa el rechazo y la denuncia de la casta va en aumento, como se ve en los resultados electorales, pero en España sigue todo igual en el orden de los partidos mientras en la sociedad crece el desorden porque hay ya mucha gente que no tiene ni para comer. Sospecho que ese estatus quo político, esa ecualización indignante, tiene las horas contadas.
Fuente: Javier Neira en lne.es
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