Ahora que están en proyecto nuevas zonas en Los Corrales de Buelna, quizás sea bueno reconsiderar el concepto de parque que rige por estos lares, adecuarlo a un contexto europeo. Está bien que haya columpios, bancos, artilugios para mayores, pero en Los Corrales de Buelna había terrenos donde los niños jugaban y corrían libremente, y lo único que había en ellos eran árboles grandes y hierba; el Campo Silos o La Chopera son dos ejemplos. Acondicionar el terreno y plantar especies recias es, veces, casi lo único que se requiere. Con respecto a La Rasilla, su destino obvio era ser transición entre las fincas señoriales adyacentes y podía haber tenido mejor solución, ocupando el solar de la fuente en desuso y dejando los plátanos en paz. Y sobre la finca Mazarrasa, quien la conoció como finca privada y sepa algo de jardines verá que está a la mitad de su potencial, como entorno bello e inspirador. El viento en el follaje, el olor de la arboleda, forman parte del patrimonio y educan en el amor a la naturaleza, para quien esté predispuesto.
Adolfo Palacios González, en Cartas al Director, del Diario Montañés
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