Una madre es una madre. Pero también una peligrosa fuente de pensamientos terribles. Ese momento en que te olvidas del móvil, se te acaba la batería o simplemente lo ignoras puede ser fatal para ella cuando te está llamando. Por cada tono de llamada, una punzada en su corazón de madre. Por cada salto del contestador, una hora menos de sueño. Un cúmulo de imágenes horribles le asaltan. ¿Dónde está mi bebé? ¿Habrá quedado atrapado bajo una estantería llena de cajas? ¿Se habrá desmayado en el metro? ¿Le habrán secuestrado los yihadistas? ¡Quiénes sois! ¡Qué le estáis haciendo!
Cógele el teléfono, ella solo quiere saber si sigues viva, si vienes a comer a casa o si no vienes; y si no, ella te recuerda que tienes que comer ese plátano que te puso en la mochila, ahora aplastado y con muy mala pinta. Recuerda: no dejes que se acumulen las llamadas de mamá. Deja de llamarla "pesada". No te hagas el ocupado, no te engañes, no estás tan ocupado. Intenta satisfacer su instinto maternal sobre-protector por el bien de su salud. Has salido de dentro de ella y se lo debes. Hacer sufrir a una madre es muy feo.
Fuente: PlayGroundNoticias
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