¿Quiénes vivían en el edificio?
Las familias que allí vivían eran las siguientes. En la planta baja a la izquierda, la
vivienda perteneciente a D. Miguel Ángel Obregón, su esposa Dª Clementina Santamaría,
“Tinuca” para los vecinos, y sus siete hijos, cuatro hombres y tres mujeres. En aquellos
momentos el D. Miguel Ángel trabajaba como Empleado en la fábrica NMQ. Su mujer tenía
suficiente trabajo con la extensa familia.
En la misma planta, aunque por distinta entrada, a mano derecha vivía D. Eduardo
Sisniega, cuyo trabajo era de autónomo, dedicado a la reparación de relojes. El Sr. Sisniega
estaba casado con Dª Amparo. No tenían familia.
En el 2º piso habitaban a la derecha de la escalera D. Ángel Fernández Iglesia, que
trabajaba en la fábrica de NMQ. Estaba casado con Dª Avelina Bilbao y una hija. Provenían de
Comillas.
A la izquierda de la escalera vivían D. Anselmo Alfonso Alfonso y su esposa Dª Milagros
Gutiérrez y su cuarta hija. Don Anselmo y su esposa, así como sus hijas mayores eran de
Bilbao. Habían llegado a Corrales, para trabajar como Jefe de Estación en Las Fraguas.
En el 2º piso, a la derecha, según subíamos por la escalera, se encontraba D. Braulio
Crespo su esposa Dª Felicidad, “Feli” para sus vecinos, y sus hijos. El Sr. Braulio era propietario
de un camión, que le permitía trabajar de autónomo, dedicándose al transporte de
mercancías. Se le conocía como “El Asturiano”, pues era del pueblo de Pendueles, Asturias.
Y por último, a la derecha de la escalera estaba D. Julio Revilla y su esposa Dª Hortensia
Lugera. D. Julio trabajaba también en la fábrica de NMQ. y sus hijos estaban ya independizados
y no residían con sus padres. Parece que dicha familia antes de vivir en esta zona lo hicieron en
Pendio.
Las Casas
¿Cómo eran las casas, cuál era su distribución? La verdad es que la mayor parte de los
vecinos no nos acordamos de cómo eran esos pisos; por otro lado, no hemos conseguido
ninguna foto de aquella zona pero, por suerte, tenemos un boceto aproximado de cómo era el
exterior del edificio. Fue construido en el año 1900, era de gruesos muros de piedra que
estaban revocados en color blanco; todo su interior, escalera, suelo, balcones, ventanas y
tejado, era de madera. Su constructor y propietario fue D. Martín Saiz de Lobado, más
conocido como “Martinón”. En la zona norte, que daba a la carretera, nos encontramos al
comienzo del edificio dos puertas enmarcadas con piedra de sillería, partidas por la mitad, lo
que posibilitaba abrir solamente la parte superior de la puerta o toda ella. La primera puerta
era la de acceso a la casa y taller relojería del Sr. Sisniega. Había un timbre para llamar. La
siguiente puerta era como la anterior, pero con una aldaba con forma de puño que permitía
llamar a los vecinos. A partir de esta puerta se accedía a los demás pisos.
En todo el frente que daba a la carretera estaban las ventanas de los pisos, con la
particularidad de que todas no eran iguales, algunas estaban enmarcadas con piedra de
sillería, y las del piso superior eran más pequeñas.
En el lateral al Oeste del edificio, nos encontrábamos con ventanas y un portón de
entrada a la finca y huerta, que llegaba aproximadamente hasta donde hoy se encuentra el
aparcamiento del Centro de Salud y la urbanización que allí se ha construido.
La fachada orientada al Sur, parece que mostraba grandes diferencias sobre la fachada
del Norte. Las ventanas de la parte superior, seguían siendo más pequeñas y de carácter
rectangular. En el segundo piso, lo que nos encontramos ya no son ventanas, sino ventanales
de diferente forma. Los dos primeros ventanales, dirección oeste-este, al abrirlos daban acceso
a un balcón de madera. Los otros, en cambio se abrían pero no permitían el acceso al exterior,
había una balconada, también de madera, que permitía apoyarse y mirar el exterior sacando
medio cuerpo. En el piso inferior, nos encontramos con ventanas que no permitían salir al
exterior, solo se abrían. Es curioso, pero una de las cosas que recuerdan, es que en la zona del
Sr. Sisniega había varias colmenas, que hacían difícil el asomarse a la ventana sin sufrir, cuando
menos, molestias.
Las casas, eran más o menos parecidas a las de ahora, aunque con menos condiciones
de las que actualmente tenemos, y sobre todo teniendo en cuanta que las familias eran mucho
más numerosas. En todo caso las familias salían adelante. Los pisos tenían tres dormitorios con
suelo de madera; un comedor, el lugar de reunión de la familia; una despensa que parece
debía ser bastante grande; la cocina, punto de referencia dentro de la casa y que era de
carbón, en aquellas épocas no había muchas cocinas de gas o eléctricas; y también aseo con su
retrete y su lavabo y la ducha.
El Incendio
Pero todo va a cambiar de manera brusca y en muy poco tiempo. De hecho el 24 de
noviembre de 1970 todas las familias que allí viven se van a ver afectadas por un hecho
imprevisible, no premeditado y sin posibilidad alguna de frenar. Era un día de invierno, con un
viento Sur huracanado, que había provocado un apagón de luz que duró casi dos horas y que,
lógicamente, iba tener consecuencias negativas más tarde. De hecho, en la prensa del
momento se habla del viento Sur que, desde las témporas de San Mateo, está alarmando a la
gente de la zona. Tampoco las condiciones eran algo extraordinario, de hecho es algo habitual
en el valle por esos meses. Pero lo que nadie se esperaba, es que sobre las 9:30 de la noche, se
produjera chispas que salieron por la chimenea que se situaba encima del piso de D, Julio
Revilla, produciéndose un fuego se fue extendiendo por el tejado y por el resto del edificio. Los
de los pisos de arriba se dieron cuenta rápidamente, los de abajo, en concreto a Tinuca, la
esposa del D. Miguel Ángel, que estaba en la cocina con una de sus hijas, cenando
tranquilamente, fue avisada por la ventana por una pareja de novios que paseaban por la calle.
Todo se precipitó, los vecinos trataron de apagar el incendio, se concentraron en echar agua al
tejado pero, no hubo manera. No quedaba más remedio que salir precipitadamente del
edificio, olvidarse de las cosas que había en las viviendas y salvar la vida. Así sucedió, se
quedaron sin nada, aunque también es cierto que debió de afectar de manera distinta a cada
una de las familias, pues en las crónicas de la época hablan de “han podido salvar parte de sus
enseres”, en cambio algunas de las familias dicen que perdieron prácticamente todo, de hecho
todos sus recuerdos desaparecieron. Poco se podía hacer, se trataba de sacar lo máximo
posible evitando los riesgos. Pero lo cierto es que hubo muy poco que se salvase. Gran parte
de las posesiones se perdieron. Es curioso cómo, una de las personas que me han contado lo
que pasó en aquellos días, recuerda que al día siguiente, cuando se puso la bata, que había
salvado la noche anterior y al meter la mano en el bolsillo se encontró con dos horquillas del
pelo. Comentaba que sintió una enorme alegría, pues era de lo poco suyo que había salvado.
En todo caso, por suerte ninguna de las personas sufrió ningún percance. Pudieron contarlo y
contárnoslo.
Mientras tanto, parece ser que las noticias llegaron a las zonas próximas, las sirenas de
la fábrica no dejaban de sonar, de transmitir la alarma al pueblo, llegaron los bomberos de la
fábrica de NMQ. Éstos, entre los que se encontraba D. Pedro Anívarro, a los quince minutos de
recibir el aviso se trasladaron a la zona, pero se vieron incapaces de atacar el fuego de manera
positiva con los extintores que poseían. Ya se había activado la alarma para reclamar la
presencia de los bomberos de Torrelavega, que se trasladaron hacia el pueblo de Los Corrales,
bajo la dirección del capataz Don Arturo Pérez, con una máquina “Pegaso” y demás material
propio contra incendios. Más tarde, se incorporaron los bomberos de Reinosa y Santander. Los
primeros tardaron una hora en llegar y los otros más tarde. En definitiva, los escasos recursos,
la tardanza de los mismos y el fuerte viento, provocaron la destrucción de todo el edificio. Eso
sí, la coordinación de los grupos de bomberos consiguieron que no se propagara a otros
edificios y comercios que estaban en las cercanías. A las cuatro de la mañana el incendio se
había sofocado, con unos bomberos exhaustos y empapados por el fuerte viento que les
enviaba el agua hacia ellos. (A esa hora se apagó el fuego, pero es curioso que una de las
personas afectadas recuerda que el 1 de enero, 37 días más tarde, había caído una nevada y
todavía se observaba como salía humo en las zonas donde habían estado las casas).Todo son
elogios para los bomberos que intervinieron, aunque también hay recomendaciones para que
los vecinos tengan cuidado en situaciones como esta y, por otro lado, que las empresas que
tienen cuerpos de seguridad contra los incendios en las fábricas, hagan más inversiones en
esta dirección. Es posible que si el cuerpo contraincendios de NMQ hubiese tenido más medios
eso no hubiera pasado. Pero, ¿quién lo sabe?
La solidaridad del pueblo
Expectación y preocupación. ¿Qué hacemos ahora? ¿Qué pasará a partir de mañana?
La verdad es que, gracias a las familias y amistades, pudieron hacer frente a las necesidades
más perentorias: comida, ropa y lugar donde dormir. Hay que tener en cuenta que en algunos
casos nos encontramos con familias numerosas, lo que implicaba que, por ejemplo, en la
familia de D. Miguel Ángel, una de las hijas estuvo viviendo en casa de una amiga, otra en casa
de un primo y el resto en casa de unos tíos con los que vivían 7. En ocasiones, durante todo
este período, la solución vino en poner colchones en el suelo y dormir allí.
La comunidad vecinal, toma conciencia de ayudar a los vecinos que están en esta
situación y el día 25 se reunió el Consejo Local del Movimiento para dar una solución al
problema planteado. Ese mismo día se recogieron 26.500 pts. aportadas por Ayuntamiento y
otras entidades, como Delegación Provincial de Sindicatos, Delegación Local de Juventudes,
etc. Por otro lado, se trata de facilitar vivienda a los damnificados, para ello se toma el acuerdo
de que la Delegación Comarcal de Sindicatos, estudie esa posibilidad. Y también para hacer
frente a las necesidades más acuciantes, se abren dos cuentas en las sucursales de la Caja de
Ahorros y el Banco de Santander. Igualmente se crea una comisión que visitará todos los
domicilios del pueblo para recoger dinero. Por último, la OJE y Sección Femenina organizarán
el día 28 de Noviembre una colecta por las calles del pueblo. Es decir, en cuatro días, todo
estaba organizado para buscar soluciones para los damnificados.
Los aportaciones siguieron creciendo, así el 1 de Diciembre se comunica que Cáritas
Diocesana aporta 25.000 y que la Junta de Beneficencia tiene el propósito de contribuir con
30.000 pesetas. El día 5 de Diciembre el dinero recaudado asciende a 113.181 pesetas, aunque
las expectativas son de 200.000. El día 16 del mismo mes se hace referencia a que el dinero
recaudado alcanza la cantidad de 310.314 pesetas, quedando por contabilizar la aportaciones
realizadas en uno de los barrios de Los Corrales, los donativos ingresados en los bancos y
aportaciones recibidas en distintos bares y establecimientos que colaboraron con tal objetivo.
Por otro lado, la Mutualidad Laboral de la Industria Siderometalúrgica aporta a fondo perdido
la cantidad de 25.000 pesetas a cada uno de los tres siniestrados afiliados a dicha Mutualidad.
Es cierto, que el Ayuntamiento tuvo una intervención directa en la ayuda a los vecinos
afectados, pues en el Acta del 7 de Diciembre hay una referencia de que se había abierto por
parte del Ayuntamiento una “Cuenta abierta” para ayuda a los damnificados. Pero también es
cierto que ante un problema tan grave como el que había sucedido el día 24 de Noviembre, la
Corporación Municipal no se reúne hasta el 7 de Diciembre, 13 días más tarde y sólo aparecen
en las Actas, cuatro renglones sobre los acontecimientos. Llama la atención.
Si hay que decir, que el día 7 de Diciembre, en uno de los puntos que se trata en la
sesión corporativa del Ayuntamiento hay una pequeña referencia al asunto, que el incendio
dejó a unos vecinos “materialmente sin hogar ni enseres” Igualmente se habla de la “Cuenta
abierta” que abrió el Ayuntamiento para los damnificados.
Problema en parte resuelto. Pero hay una reflexión que realiza “Sindo” Quijano,
corresponsal de prensa y, en este caso, casi posible afectado. El 5 de Diciembre, escribe una
nota de agradecimiento a los vecinos del pueblo que colaboraron para ayudar a vaciar los
establecimientos de Calzados Quijano, de su propiedad, y el de Joyería Gabarri. Y al mismo
tiempo, hace una crítica y una petición a la Corporación municipal: no hay bocas de incendio
de las que extraer agua, no hay camión de bomberos. Es cierto que, según la Comisión Local
formada por D. Antonio Gómez, D. Joaquín Pérez y D. Teodoro Pérez, la solidaridad del pueblo
ha sido extraordinaria, pero también es cierto, que de haber existido un parque de bomberos y
el material necesario, se hubiese podido hacer frente a situaciones como la sucedida en estos
días.
Por otro lado, los 6 cabezas de familia afectados por el incendio, no dudan en enviar
una carta de agradecimiento a través de los periódicos, a todos los vecinos del pueblo por
todas las ayudas prestadas, tanto a organismos oficiales como particulares y, sin lugar a dudas
les permiten ver con esperanza el nuevo comienzo de sus vidas.
Y la verdad es que así sucedió, todos rehicieron su vida, todos encontraron un lugar
nuevo donde vivir y todos sacaron adelante a su familia, gracias a la ayuda de las autoridades y
sus vecinos, pero sin lugar a dudas debido al esfuerzo que ellos mismos hicieron para
continuar, como si nada hubiese pasado. De hecho D. Miguel y su familia se asentaron en la
zona del Bardalón al final de la recta que comunica con la calle que nos desplaza a la piscina
municipal. El Sr. Sisniega y su esposa estuvieron viviendo con sus tres hermanas en la zona
donde se situaba la peluquería de Rule. Más adelante, fueron ingresados en el Asilo de Los
Corrales, aunque con el tiempo cuando falleció el Sr. Sisniega fueron trasladados a Matienzo,
volvieron a su lugar de origen, pues allí habían nacido.
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