Creo que, un error que solemos cometer, es el de creer que las características del ambiente que vivimos en nuestra infancia eran algo generalizado en el país. A veces hablo con gente de mi edad (o algo más, o algo menos), y nos decimos que ciertas cosas han degenerado más de la cuenta. Pero yo llevo ya muchos años sospechando que, en aquella supuesta "generación", había también mucha gentuza; dicho con menos posibilidad de incitación al odio y al desprecio: había también mucha gente con malas costumbres, sin civismo, sin ideales, con picaresca, personas de bajos sentimientos, y nula disciplina. Y estaban, realmente, ahí al lado de mí: a veces recuerdo personas que yo, en mi infancia, tenía bien cerca todos los días y eran como he descrito, y compruebo que sistemáticamente he obviado su recuerdo para restaurar una imagen perfeccionada de una época supuestamente homogénea. Si hubiéramos sido todos tan estupendos, nosotros que fuimos luego padres y ahora abuelos, el país ahora no sería así, como es; pues, si no, ¿de dónde iba a haber salido? ¿De un meteorito? ¿De la tele? Dicho de otra manera: creo que algunos tenemos idealizada "nuestra generación". Cuando fui a la "mili", y salí, en serio, por primera vez de mi ambiente, conocí la realidad poblacional de España; conviví un año con gente de varias regiones. Vi cosas que no me gustaban, cosas que no esperaba; y otras cosas que tampoco esperaba, pero que me gustaron también. Creo que hay que abrir los ojos y ver, igualmente, en la gente de hoy día, cosas que también pueden gustarnos, y que antes no había. Los Corrales fue un enclave excepcional: industria, enseñanza, arte, sindicalismo, vocaciones... Hubo algunos enclaves excepcionales más en aquella España; pero pocos más. Yo, de joven, pensaba que, siendo Corrales "un puebluco apartado de la civilización", el resto del país iba a ser mejor, mucho mejor todavía. Luego descubrí que, Corrales, de "puebluco" no tenía nada; que ojalá el resto de España hubiera sido como Corrales, o la mitad que Corrales. Así que, no suframos; no suframos a lo tonto, para nada. No seamos víctimas de nuestros esquemas mentales; estemos abiertos a captar, científica y desapasionadamente, la realidad, y a hacer el esfuerzo, cada día, de mejorar lo que podamos mejorar.
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Creo que, un error que solemos cometer, es el de creer que las características del ambiente que vivimos en nuestra infancia eran algo generalizado en el país. A veces hablo con gente de mi edad (o algo más, o algo menos), y nos decimos que ciertas cosas han degenerado más de la cuenta. Pero yo llevo ya muchos años sospechando que, en aquella supuesta "generación", había también mucha gentuza; dicho con menos posibilidad de incitación al odio y al desprecio: había también mucha gente con malas costumbres, sin civismo, sin ideales, con picaresca, personas de bajos sentimientos, y nula disciplina. Y estaban, realmente, ahí al lado de mí: a veces recuerdo personas que yo, en mi infancia, tenía bien cerca todos los días y eran como he descrito, y compruebo que sistemáticamente he obviado su recuerdo para restaurar una imagen perfeccionada de una época supuestamente homogénea. Si hubiéramos sido todos tan estupendos, nosotros que fuimos luego padres y ahora abuelos, el país ahora no sería así, como es; pues, si no, ¿de dónde iba a haber salido? ¿De un meteorito? ¿De la tele? Dicho de otra manera: creo que algunos tenemos idealizada "nuestra generación". Cuando fui a la "mili", y salí, en serio, por primera vez de mi ambiente, conocí la realidad poblacional de España; conviví un año con gente de varias regiones. Vi cosas que no me gustaban, cosas que no esperaba; y otras cosas que tampoco esperaba, pero que me gustaron también. Creo que hay que abrir los ojos y ver, igualmente, en la gente de hoy día, cosas que también pueden gustarnos, y que antes no había. Los Corrales fue un enclave excepcional: industria, enseñanza, arte, sindicalismo, vocaciones... Hubo algunos enclaves excepcionales más en aquella España; pero pocos más. Yo, de joven, pensaba que, siendo Corrales "un puebluco apartado de la civilización", el resto del país iba a ser mejor, mucho mejor todavía. Luego descubrí que, Corrales, de "puebluco" no tenía nada; que ojalá el resto de España hubiera sido como Corrales, o la mitad que Corrales. Así que, no suframos; no suframos a lo tonto, para nada. No seamos víctimas de nuestros esquemas mentales; estemos abiertos a captar, científica y desapasionadamente, la realidad, y a hacer el esfuerzo, cada día, de mejorar lo que podamos mejorar.
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