Como vemos eran muchos los animales que tenían los vecinos del barrio. Pero esto no suponía un gasto para la familia. Los animales se alimentaban con los restos de comida que había en la casa. Nada se tiraba a la basura, todo iba al comedero que existía en el gallinero y allí las aves daban cuenta de ello. Además, era frecuente ver a las gallinas buscar gusanos por el gallinero e incluso en ocasiones, cuando cavábamos la huerta los gusanas se recogían para las gallinas. En aquellos momentos no se compraba piensos ni cereales. Las gallinas y conejos eran alimentados con recursos que se producían en la casa o que buscábamos en las cunetas, en las huertas o las cercanías de los montes. Es cierto que en aquellos momentos no se gastaban mucho dinero en piensos de distinto tipo, pero también los que aquellas gallinas, conejos y demás animales que estaban en el gallinero, tenían una alimentación más variada y que producían una carne de mayor calidad.
En tiempos actuales es habitual que todos los restos de alimentos que quedan después de las comidas o las cenas, los desperdicios que se producen en la elaboración de las comidas, van destinadas al cubo de la basura y posteriormente el camión de la basura los recoge para hacer con ello más conveniente. Pero en aquellos momentos todos los desperdicios de la comida, los restos de verduras, las peladuras de las patatas, las pieles de las frutas, etc., todo se convertía en alimento de los animales del gallinero y para los “chones”. Me acuerdo ver a Araceli, la mujer de Tom, que todos los días venía de la fonda, donde comían los ingenieros de la fábrica, con dos calderos con los restos comida, para alimentar al cerdo que criaban en casa.
Los conejos, se alimentaban con los restos de pan, con los troncos de las berzas y repollos o las hojas de lechuga. Era habitual el buscar los “cardos” que era una de las plantas de las que más disfrutaban los conejos.
En definitiva, los animales domésticos que teníamos en nuestros gallineros, no generaban gastos, no se alimentaban con piensos y, por el contrario, nos producían alimentos de buena calidad y baratos; por otro lado, actuaban eliminando los residuos alimenticios que se generaban en las casas y además, nos aportaban extraordinarios abonos, que posteriormente se utilizábamos en la fertilización de nuestras huertas.
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