Era una zona que al principio no tenía acceso. Fue realizado posteriormente por las familias. Tampoco era un lugar que se utilizara mucho, pero se fue convirtiendo en una zona donde almacenar cosas y utilizarle en algunos momentos para jugar u otros menesteres.
Es cierto que era una zona nada habitable y que no estaba dividida entre las dos casas superiores. Esto hizo que los dos vecinos, en este caso Miguel y mi padre se pusieran de acuerdo, para hacer el muro que separará el desván en dos partes. Posteriormente, mi padre pasó a entablillar todo el suelo del desván, pues si pisaban en él, automáticamente se hundía el techo de la habitación. En casa, en dos momentos se produjo el desprendimiento del techo, concretamente de dos habitaciones, con el consiguiente susto y el gasto originado. No olvidemos, que todo estaba realizado en madera, y ésta con el paso de los años, se apolillada. Hubo que cambiar parte de las vigas de madera y entablillar nuevamente todo el suelo de la buhardilla.
Cuanta mi primo Javier que, en su casa, sucedió otro acontecimiento igualmente peligroso. Era habitual que mis tíos Ángel y Florinda algunos días, fueran a la última sesión de cine. Pero aquel día después de pensarlo, decidieron no ir y se quedaron en casa. Estando ya todos en la cama, oyeron ruidos en el desván y preocupados se levantaron y se encontraron con la sorpresa de había fuego en el desván. El problema es que no había acceso al desván, así que mis tíos y primos se centraron en echar agua en el techo para ver si se apagaba, pero no era posible. Los vecinos ayudaron, pero nada. Fue Román, el marido de “Cuscus”, que venía del cine quien dio aviso a los bomberos de la fábrica, quienes con su intervención acabaron con el fuego y evitaron males mayores. En todo caso, esto fue un aviso, que hizo que muchos vecinos decidieran abrir un acceso al del desván. En la zona de acceso al baño y a una de las habitaciones se abrió una trampilla, que por medio de una escalera de madera de quita y pon permitía el acceso al desván. Esta escalera no estaba siempre puesta, pues impediría la entrada al baño o la habitación, así que estaba siempre debajo de la escalera del exterior por la que entrabamos en casa.
Pero para mí, el desván era un lugar de distracción cuando subíamos a enredar. Recuerdo que con pocos años tuve que permanecer varios meses en la cama, desde el otoño hasta la primavera, y a finales de año era frecuente oír ruido en el desván, yo preguntaba, pero nadie decía nada o nadie oía ruidos, me decían que me durmiese tranquilo o que leyese los “chistes”. El día de Reyes me desperté y al lado de la cama me encontré un maravilloso fuerte del Oeste americano, con sus soldados en la parte superior y los indios en posición de ataque. Es un fuerte que está en mis recuerdos. Con el tiempo supe que aquel fuerte le había construido mi padre en el desván en sus ratos libres. ¡Cuantos días jugando en el cuarto y posteriormente en la huerta! Los indios y soldados fueron desapareciendo y el fuerte fue, poco a poco, abandonado. Pero permanece en el recuerdo.
A grandes rasgos, esta era la distribución interior de las casas superiores existentes en los bloques de cuatro viviendas. Las diferencias variaban, según que la entrada a la casa se produjera por el Este o el Oeste. Y lo mismo podemos decir de las casas situadas en la planta baja. La única diferencia era que la planta baja carecía de desván.
Esta ha sido la descripción de las viviendas en los primeros momentos, con el paso del tiempo, los vecinos fueron introduciendo mejoras que transformaron las casas. Cambio que se realizó tanto en el interior como en el exterior. En el interior, el cambio se llevó a cabo, fundamentalmente en la zona de la cocina y en el baño. Desapareció el lavadero, siendo incorporado al baño, donde se desplazó la ducha hacia la zona donde anteriormente era ocupado por el lavadero. Y también desapareció el termo que trasmitía el agua caliente al lavadero, al fregadero y al baño.
En el exterior el cambio también fue importante. Desaparecieron las escaleras y balcones de madera, siendo sustituidos por escaleras de cemento y barandillas de hierro.
Las ventanas también sufrieron cambios. El número de ventanas que existían en la vivienda eran 6, de las cuales 3 correspondían a cada una de las habitaciones, otra en el baño, otra situada en la zona del lavadero y por último la que se encontraba en la cocina dando al Sur. Todas las ventanas se componían de dos hojas, cada una de la cuales tres zonas acristaladas, que era lo que permitían la entrada de la luz.
La colocación de los cristales en las ventanas, tenía su procedimiento. En cada zona en que se iba a colocar cada uno de los tres cristales que iba en cada hoja, se llevaba a cabo un pequeño rebaje de tal forma que el cristal estuviese sujeto. Posteriormente el cristalero colocaba el cristal y con pequeñas y delgadas puntas procedía a dejarlas fijas en la madera. Por último, procedía a utilizar la masilla que se colocaba en los laterales del cristal, tapando las puntas que los sujetaban y posteriormente se procedía alisarlo con una espátula, quedando la masilla completamente lisa por el exterior con forma triangular en uno de los lados fijado al cristal y el otro a la madera. Con el tiempo la masilla se iba fracturando y, por tanto, había que proceder a cambiarla; lo mismo sucedía si se producía la rotura del cristal.
Todas estas ventanas son sustituidas por ventanas de aluminio y las contraventanas por persianas. El color verde o rojo de las ventanas, fue sustituido por el plateado de las ventanas de aluminio.
Por otro lado, algunos de los vecinos procedieron a cerrar el balcón, dando lugar a un mirador que protege de las lluvias del invierno y permite disfrutar del sol en las tardes de verano.
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