Parece que se aparca la idea de cribar a quienes quieren estudiar magisterio. Creo que está bien calibrar la idoneidad del joven comprobando su colaboración en ONG y demás muestras de madurez o altruismo, como en Finlandia, pero me temo que los que diesen el nivel, probablemente aprovechasen sus altas cualidades para estudiar otras cosas. O para irse fuera. También debería mirarse, por cierto, la salud mental. Y pasaríamos, así, de que sobren maestros a que casi nadie llegue a serlo, por no ser autorizados, o por no desearlo, ya que hoy día el ambiente no acompaña: nuestra sociedad está más lejos de tener la expectativa de una identidad y un destino en común, cosa que antes ayudaba; y la labor de aula goza de menos apoyo externo: medios de comunicación, familias... Y es que, aunque creo que hoy hay realmente más interés por la educación que antes (contra lo que algunos digan), todo se ha vuelto, de hecho, más difícil. Bienvenido y alabado sea, empero, el que se anime.
Adolfo Palacios para Cartas al Director de El Diario Montañés.
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