Mi vida era más o menos como la de cualquiera hasta que un día todo cambió en un segundo con el diagnostico de tener un cáncer. Así comenzó la peor etapa de mi vida.
Como paciente pasé por situaciones muy difíciles con vivencias y experiencias vitales que me hicieron pensar posteriormente a mi recuperación en las posibilidades de cómo poder ayudar, buscando formas de participación y de contribución hacia otras personas.
La AECC me dio la oportunidad de aprender, de formarme y de adquirir nuevas habilidades para poder desarrollar la actividad propia del voluntario. Incorporado al grupo de voluntarios en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla desarrollo mi labor en distintas zonas del hospital: Hospital de Día Oncológico, Radioterapia y Planta hospitalaria de Oncología. Para mí es muy difícil poder expresar lo que siento cuando estoy junto a un paciente. Son tantos los sentimientos que fluyen que no hay palabras suficientes para describirlos. Conseguir que el paciente deje de pensar no solo por unos minutos en su enfermedad, sino que cambie su expresión, entender sus miedos, compartir la positividad frente a la enfermedad, hablar de lo cotidiano, de las personas que suman, de las que nos quieren, hablar de momentos de nuestras vidas, de las esperanzas, de las aficiones, de las vivencias, entender su llanto, y hasta entender su silencio...sí el silencio que también habla…
Para mí, oír de un paciente la palabra gracias o que esboce una pequeña sonrisa es mi mayor recompensa porque me ayuda a saber que he podido ser útil y es lo que, a la vez me hace sentirme feliz.
Pero los sentimientos pueden llegar a ser de una magnitud aún mayor, sumamente gratificantes cuando nuestras pequeñas acciones pasan a ser muy emotivas como por ejemplo cuando después de bastantes semanas apoyando a un paciente nos fundidos en un abrazo al terminar su tratamiento … todas estas cosas me hacen crecer, enriquecen mi vida y me aportan mucho más de lo que yo doy.
Pero no son solo son los pacientes. En la Aecc hay un grupo de profesionales que nos ayudan todos los días, no solo supervisando nuestras actuaciones sino también respaldándonos y participando en ellas y que consiguen no solo ilusionarnos, sino que a la vez hacen ilusionante nuestra labor y aumentan nuestra autoestima y confianza.
Me siento orgulloso de formar parte de este equipo humano, por no decir de este equipo de amigos que me ayudan a crecer constantemente en mi compromiso social.
Carlos Gutiérrez Zamanillo, en Impacto Social en Cantabria (Pág. 333)
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