Miguel Quevedo Mazpulez, fue una persona muy conocida para muchos de los alumnos que pasamos por Aprendices, era uno de los maestros de Taller que nos formaban en Ajuste y Torno. Lógicamente, también era conocido por su trabajo en la fábrica de Quijano. Conocido por muchos por su trabajo y por su actividad educativa, pero muchos desconocen que dedicó muchos días a distraernos en nuestras primeras horas de ocio de los domingos por la tarde. Miguel trabajó en el Cine Coliseum María Luisa, durante mucho tiempo como operador.
Era hijo de Acisclo e Irene y vivía en la casa nº 55. Trabajaba en la fábrica y en los ratos libres en el cine. Podía haberse decantado por cualquiera de los oficios que había en el cine, bien portero o acomodador, pero eligió el de operador. Este era el más complicado, pues había que trabajar con las máquinas, controlar la luz, tener rapidez cuando la cinta se quemaba, había que restablecer la ruptura rápidamente, para acallar el alboroto que se producía en estas ocasiones. Este conocimiento se adquiría a través del estudio y la realización de un curso de operador, con su correspondiente examen. Consiguió el Carnet de Operador Cinematográfico con nº 598, expedido por Gobierno Civil de Santander.
Obtuvo su carnet en marzo de 1957, pero no tengo claro el año que comenzó a proyectar cine en el Coliseum. Las informaciones no son precisas. No conocemos cuando comenzó y cuando dejó de trabajar en el Coliseum. Más preciso es que en los años 70, Miguel comienza a trabaja en el cine de La Salle. En este cine se proyectaban películas destinadas a niños; en un primer momento para los que estudiaban en el colegio y creo recordar que gratuito, posteriormente, podían entrar todos los estudiantes pagando una pequeña cantidad.
La situación era diferente. Las condiciones del trabajo eran totalmente distintas a las que había en el cine Coliseum. En los cines del pueblo había dos cámaras de proyección. En una se ponía el carrete del No-Do y en la segunda cámara se ponía el primer carrete de la película. Cuando terminaba el No-Do, llegaba el descanso, momento que aprovechaba el operador para quitar el carrete del No-Do y poner el segundo carrete de la película. Este proceso posibilitaba el proyectar la película sin tener que hacer paradas para cambiar de carrete. Esto no sucedía en el cine de La Salle. De hecho solo había una cámara, por tanto no había No-Do. Se ponía el primer carrete de la película, cuando terminaba, se encendían las luces de la sala, eran el descanso. Miguel, en esos momentos aprovecha para quitar el primer carrete, ya terminado e iniciaba el proceso de colocar el segundo. Esto llevaba su tiempo, pues había que colocar el rollo de la cinta entre todos los rodamientos por los que giraba y que se pudiera ir enrollándose a medida que se iba proyectando la película. Mientras Miguel preparaba todo, nosotros salíamos a ver si había llegado Ruiz con su furgoneta para comprar un chicle, algún regaliz rojo o negro.
Como vemos todo llevaba su trabajo y era habitual la rotura de la cinta, con los correspondientes chillidos, silbidos y movimientos de sillas que eran de metal, realizadas por los de Aprendices. Y no podemos olvidar que durante los años que Miguel estuvo como operador en el cine de La Salle, lo hizo de manera altruista.
Con el tiempo Miguel decidió dejar de actuar como operador y destinar su tiempo libre a su familia, pero no lo hizo de buenas a primera, sino que primero enseñó al fraile Miguel, el manejo de la máquina de proyección, a resolver los problemas que se podrían producir en cualquier momento. Como resolver la rotura de la cinta, medios que tenía que utilizar, el modo de hacerlo, el control de la luz o el cambio de los rollos cuando se acababa, etc. Cuando el fraile asimiló el control de la sala de máquinas, Miguel lo dejó.
Jesús López Poza. Mi padre Jesús, hemos visto que tenía varias actividades fuera de la fábrica. Fue reparador de aparatos de radio, vendió joyas y relojes y además ejerció durante 17 años como operador de cinematografía. Comenzó el día 13 de septiembre de 1968 en el cine de Acción Católica y acabo su andadura cinematográfica el día 31 de diciembre de 1985, en el cine Lido.
Su entrada en el mundo del cine fue por casualidad. Al parecer, el operador del cine de Acción Católica se había retirado, con lo cual muchos de los niños del pueblo se quedaron sin cine, pues este era el único especializado en películas destinadas a todos los públicos. El caso es que, representantes de Acción Católica, de la que formaban parte, mi tío Ángel y Antonio Herrera, se pusieron en contacto con Jesús, el cual accedió a hacerlo durante un período limitado, hasta que encontraran un operador. Lo cierto, es que fue un período de 17 años de duración.
Comenzó en el Cine de Acción Católica, situado donde estuvo el Colegio Sagrado Corazón de Jesús, donde actualmente está el Colegio de La Salle. Era un cine dirigido por Acción Católica, pero gestionado por el cine Coliseum María Luisa, que se encargaba de traer las películas. Los lazos entre ambos cines, hizo que, en ocasiones, mi padre Jesús fuera a dar cine al Coliseum por cuestiones coyunturales. Al cerrar el cine de Acción Católica, se incorporó al cine Coliseum donde va a permanecer durante mucho tiempo como eventual, pero con muchos de días de la semana. Aquí fue iniciándose en el funcionamiento de las maquinas cinematográficas tanto a nivel teórico como práctico. La práctica a través de los conocimientos que le daba el estar frente a la máquina, con los consejos de sus compañeros de cabina. A nivel teórico adquirió conocimientos a través de la lectura de libros como “Proyección Cinematográfica” y “Técnica de la Proyección Cinematográfica”, ambas obras de autores de gran prestigio en la materia. Posteriormente, realizó un curso de “Operadores Cinematográficos” en la Institución de Enseñanzas Técnicas de Madrid. Además, obtuvo el Carnet Operador de Cabina.
En esta época llegó la apertura del cine Lido. En un primer momento, el cine Coliseum y el cine Lido formaron una sociedad, lo que hizo que Jesús, según la conveniencia de los dueños, proyectara indistintamente en un cine o en el otro. Cuando se rompió la sociedad, el señor Ayuso, dueño del cine Lido propuso a Jesús actuar como fijo en su cine. Con el cambio Jesús, se convirtió en el jefe de cabina, aunque en honor a la verdad, durante mucho tiempo estuvo solo.
En el tiempo que estuvo solo en la cabina, el colocó todos los elementos necesarios para hacer frente a las posibles incidencias que podrían darse durante la proyección de las películas. Siempre en su sitio, la acetona, las tijeras, la manivela con la que se preparaban los rollos de las películas, las lámparas para posibles cambios, los carbones que generaban la luz que posibilitaba la proyección de la película en la pantalla…En fin, muchas cosas a las que los operadores debían de tener en cuenta para que todo saliera bien y los espectadores no se alborotaran.
Con el tiempo, llegado el momento de la jubilación de la fábrica tuvo que dejar el mundo del cine, aunque todavía, en situaciones puntales estuvo en la cabina de proyección.
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