Hay un aspecto del caso Rubiales que no he oído comentar. Al margen de abusos y de feminismos, aun suponiendo que hubiera consentimiento, el beso en la boca, en público, no suele estar bien visto. No lo estaba en la España de hace cuarenta años, ni siquiera entre personas casadas, y aun hoy no se ve mucho por la calle. En primer lugar porque las personas que se lo dan suelen preferir la intimidad, de modo que, cuando lo vemos, tendemos a pensar cosas como: "será que se quieren mucho y no pueden esperar". Pero en segundo lugar, también porque aún hay un cierto escándalo en ello (el escándalo es un delito contemplado, habría que ver lo que dictaminaría un juez), sobre todo si hay niños y medios de comunicación, y si entre los besantes no se conoce una fuerte relación sentimental. Rubiales tenía que saber todo esto, como lo sabe todo el mundo. La euforia del momento no lo justifica, una persona que hace eso tiene que estar un poco fuera de órbita.
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