Desde hace un tiempo he podido apreciar que en los medios de comunicación se hace referencia al tema de las denuncias falsas en materia de violencia de género. También lo constaté recientemente en su periódico, en el que se publicó el pasado día 12 una carta firmada por D. José Salas Pérez Rasilla, sobre la que quisiera plantear unas matizaciones.
No existe dato alguno que sustente la existencia de las denuncias falsas. Siempre he procurado respetar el parecer de cada persona sobre su propia vida, sobre cuestiones que le atañen e incluso sobre cualquier cuestión, pero ese respeto lo reclamo ahora para las víctimas a quienes cada día tenemos que ayudar o que asistir en las casas de acogida o a las que quedan por venir aún, que son muchas y a las que se ofende injustamente con este tipo de aseveraciones que solo buscan distorsionar sin información, presentando su realidad que no se corresponde con LA REALIDAD.
El mismo órgano de representación de la Judicatura, el Consejo General del Poder Judicial, a través del Observatorio de Violencia Doméstica y de Género, ha salido al paso de este tipo de distorsiones, ofreciendo datos objetivos al respecto. Este organismo ha realizado un estudio, cuyos autores son magistrados/as expertos/as, en el que se pone de manifiesto que de 530 sentencias analizadas sobre maltrato, procedentes de las Audiencias, solamente en una se apreció indicios para abrir una investigación contra la denunciante por posible denuncia falsa. De igual modo, la Fiscal Delegada de Sala contra la Violencia de Género, declaró que cada año se detectaban en esta materia 20 denuncias falsas entre las 100.000 que se presentaban (lo que supone una cantidad ínfima y mucho menor que en otros tipos delictivos como robos que conllevan un porcentaje de denuncias falsas de un 25% según las aseguradoras).
En el mismo sentido, el Presidente del Consejo General de la Abogacía ha expresado que dadas las manifestaciones distorsionadoras que se están haciendo sobre la existencia de denuncias falsas en el ámbito de la violencia de género, sin fundamento ni dato alguno que las avalen, se han de extremar las medidas para proporcionar el apoyo que posibilite la protección y la garantía del derecho de las víctimas a su defensa.
Quienes hacen estas afirmaciones interesadas pretenden incluir como denuncia falsa el hecho de la renuncia de la víctima al procedimiento, el archivo de la causa, la sentencia absolutoria porque no se hayan podido aportar pruebas suficientes o las aportadas no hayan sido valoradas con entidad suficiente para desvirtuar el principio de presunción de inocencia del supuesto agresor. Eso es inaceptable y manipulador. Denuncia falsa es aquella respecto de la cual se abren diligencias penales por existir indicios de su falsedad, es decir, lo que el estudio mencionado reducía a la posibilidad de1 entre 530.
El maltrato es el delito más difícil de probar porque se produce en el ámbito más íntimo de nuestra vida cotidiana: en el hogar, sin testigos en la mayoría de las ocasiones. Y esa dificultad es la que hace que algunas causas terminen con absolución por falta de pruebas suficientes, que no es ni mucho menos lo mismo que absolución por no haberse producido una agresión.
No olvidemos el daño que se hace con estos mensajes que en ocasiones se difunden por los agresores, o por otras personas, que lo oyeron o lo leyeron en algún sitio, haciéndolo verdad inmutable, sin datos y sin argumentos, repitiéndolos sin base científica alguna, algunos profesionales.
No olvidemos que la presunción de inocencia también la tienen las víctimas, a las que se está acusando de un delito de denuncia falsa sin fundamento, sin rigor y sin base, que sólo buscan deshacer el camino que se ha iniciado con la aprobación de leyes integrales sobre la violencia de género, que ahora mismo son referentes en Europa y en el mundo.
Sí sabemos, en cambio, porque hay datos científicos de ello, que muchas víctimas no se atreven a dar el paso de la denuncia. También de algunas que pese a haber dado el paso, se echan atrás, al no haber superado algunas vinculaciones que, inexplicablemente para los demás, siguen subsistiendo. Opiniones como la expresada en la carta de D. José Salas Pérez-Rasilla, frenan a las víctimas en el camino de romper con la violencia. Hemos de actuar responsablemente y saber que difundir ese tipo de mensajes produce el efecto de retraimiento de las víctimas, lo que nunca debería ser un objetivo para nadie. Tampoco debería ser jamás el objetivo de profesionales que puedan estar, de una manera u otra, en contacto con las víctimas. Su trabajo y su responsabilidad profesional ha de dirigirse a que la violencia de género desaparezca y que ninguna víctima quede olvidada o sola. Las leyes penales deben ser cumplidas por toda la ciudadanía, no incumplirlas por convicciones personales, religiosas, sexistas, racistas, etc. Pongámonos todos y todas a ello, a trabajar para que las víctimas y sus hijos e hijas no queden paralizadas ante el temor a no ser creídas y dejemos ya los mensajes distorsionadores e interesados.
ANA ISABEL MÉNDEZ - EL DIARIO MONTAÑÉS (Domingo, 21 de febrero 2010)
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