Hay prácticas absurdas, como la de acabar con aplausos tras un minuto de silencio por algún suceso, que alguien comentaba en estas páginas. Tampoco lo tiene, creo, levantar monumentos y parques en recuerdo de los fallecidos por pandemia o por terrorismo. Me parece de poca inteligencia, pues parece presuponerse que ya no se producirán más, ni tampoco peores. Cuando lo más probable es que vuelva a haber. Y entonces ¿qué haremos?, ¿nuevos memoriales, cuando ya, por el trauma de los que entonces tengamos reciente, y por pensar en los que quizá nos esperan, no estemos en condiciones de recordar los anteriores? ¿Así hasta que llenemos las ciudades? Tendría sentido, si estuviésemos seguros de que se trata de fenómenos históricos, irrepetibles, pero creer que "nuestra generación vivió lo peor" parece de ingenuidad, de poca visión a largo plazo. Y no es buena cosa que los memoriales se acaben volviendo irrelevantes o incluso ridículos. Con una placa bastaría, como se suele hacer, por ejemplo, en Alemania.
Adolfo Palacios para Cartas al Director de El Diario Montañés.
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