Algunas personas creemos firmemente en un modelo bastante concreto de civilización; yo, por ejemplo, llevo mal que alguien tire papeles al suelo, o que pretenda obtener cosas sin habérselas ganado. Algunos querríamos, no solo preservar ese modelo, sino mejorarlo, y extenderlo; y cuando vemos riesgo de retroceso, por falta de colaboración o por llegar extraños con otros planes y otros sentimientos, nos ponemos nerviosos. Si no se es un poco autocrítico, se puede llegar a apegarse demasiado al modelo. Y así acaban saliendo comentarios como los de García Albiol, Marta Ferrusola... También algunos inmigrantes llegan, claro, demasiado apegados a su modelo. Y asimismo hay compatriotas míos del tipo "Ninguna cultura es superior", "Fuera nazis de nuestros barrios", etc. Pero ni unos ni otros me convencen: no basta con amar mucho a un modelo de civilización, ni con saber criticarlo; lo fácil es tenerlo clarísimo; hay que analizar las implicaciones prácticas y psicológicas que todo eso conlleva. Y no todo el mundo tiene tiempo, oportunidades, ni estudios para ello.
Adolfo Palacios para Cartas al Director de El Diario Montañés.
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