UN CURA DE INCÓGNITO EN EL PROSTÍBULO
El padre Shay Cullen no tiene pinta de cura. Su aspecto es una de las armas que este sacerdote irlandés utiliza -con cámara oculta si hace falta- contra las mafias del sexo que explotan a decenas de miles de niños y niñas en Filipinas, amparados por policías corruptos y fiscales que se las arreglan para no condenar a nadie. "Los policías no suelen tener empatía con las víctimas, algunos son clientes o están en el negocio. La solución pasa por brigadas de policía femeninas", asegura. [+ información]
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