LA INMIGRACIÓN
Roberto pone el dedo en la llaga al introducir como componente el poco frecuente sentido común. Incorpora además de esto una forma de expresión acertada, clara, y sencilla, que añade un valor demoledor a su acertada visión del tema.
Su carta dice lo siguiente:
"El problema no es el emigrante, es la emigración. Desde los tiempos más remotos el hombre, al igual que el resto de los animales, intenta delimitar su hábitat y lo defiende incluso con su vida. En el siglo XXI y después de múltiples avatares el hombre ha creado sociedades que de forma más o menos tácitas han llegado a conformarse en lo que hoy podemos llamar países.
Estas nuevas sociedades, al igual que antaño, son defendidas en casi todas las ocasiones derramando incluso sangre de sus componentes. Esta posición es en definitiva una forma de autodefensa, ya que el resultado de los esfuerzos aportados por nuestros antepasados unidos a una conciencia uniforme de nuestra colectividad ha creado un nuevo tipo de “hábitat” al que no estamos dispuestos a renunciar por la llegada intempestiva de miembros de otra sociedad ajena a la nuestra y en ocasiones con creencias, costumbres e ideologías absolutamente diferentes y en ocasiones incompatibles.
Por tanto, Los humanos, al igual que el resto de animales, estamos dispuestos a permitir la llegada de elementos ajenos siempre que estos no generen inconvenientes y con más motivo si los mismos aportan algo positivo.
Una vez hecha esta introducción, puntualizo por qué considero que el problema no es el emigrante sino la emigración:
El emigrante es una persona angustiada por su supervivencia que se desplaza en busca de una solución. La emigración es el movimiento de masas en busca de una salvación colectiva que distorsiona el orden establecido allí donde consigue su ubicación.
Por tanto, considero que la “emigración” debe estar regulada en orden a evitar la alteración de unas normas de convivencia, económicas y de usos y costumbres que la sociedad receptora considera como bien irrenunciable.
La solidaridad está perfectamente asumida por nuestras sociedades, pero siempre que ésta no nos haga temer que el famoso refrán “Por la caridad entra la peste” nos afecte de forma más o menos dramática.
Cierto es que nuestra situación actual hace posible compatibilizar las aportaciones de los emigrantes y las necesidades de los mismos, pero siempre que exista una regulación que garantice que los receptores no van a ser los paganos de una situación indeseada.
La solidaridad con los débiles debe ser un bien irrenunciable, pero eso no quiere decir que una sociedad esté obligada a recibir a todo al que decide incrustarse en ella. La solidaridad con estas sociedades empobrecidas sería más práctica ejercida allí donde tienen su hábitat natural".
Roberto pone el dedo en la llaga al introducir como componente el poco frecuente sentido común. Incorpora además de esto una forma de expresión acertada, clara, y sencilla, que añade un valor demoledor a su acertada visión del tema.
Su carta dice lo siguiente:
"El problema no es el emigrante, es la emigración. Desde los tiempos más remotos el hombre, al igual que el resto de los animales, intenta delimitar su hábitat y lo defiende incluso con su vida. En el siglo XXI y después de múltiples avatares el hombre ha creado sociedades que de forma más o menos tácitas han llegado a conformarse en lo que hoy podemos llamar países.
Estas nuevas sociedades, al igual que antaño, son defendidas en casi todas las ocasiones derramando incluso sangre de sus componentes. Esta posición es en definitiva una forma de autodefensa, ya que el resultado de los esfuerzos aportados por nuestros antepasados unidos a una conciencia uniforme de nuestra colectividad ha creado un nuevo tipo de “hábitat” al que no estamos dispuestos a renunciar por la llegada intempestiva de miembros de otra sociedad ajena a la nuestra y en ocasiones con creencias, costumbres e ideologías absolutamente diferentes y en ocasiones incompatibles.
Por tanto, Los humanos, al igual que el resto de animales, estamos dispuestos a permitir la llegada de elementos ajenos siempre que estos no generen inconvenientes y con más motivo si los mismos aportan algo positivo.
Una vez hecha esta introducción, puntualizo por qué considero que el problema no es el emigrante sino la emigración:
El emigrante es una persona angustiada por su supervivencia que se desplaza en busca de una solución. La emigración es el movimiento de masas en busca de una salvación colectiva que distorsiona el orden establecido allí donde consigue su ubicación.
Por tanto, considero que la “emigración” debe estar regulada en orden a evitar la alteración de unas normas de convivencia, económicas y de usos y costumbres que la sociedad receptora considera como bien irrenunciable.
La solidaridad está perfectamente asumida por nuestras sociedades, pero siempre que ésta no nos haga temer que el famoso refrán “Por la caridad entra la peste” nos afecte de forma más o menos dramática.
Cierto es que nuestra situación actual hace posible compatibilizar las aportaciones de los emigrantes y las necesidades de los mismos, pero siempre que exista una regulación que garantice que los receptores no van a ser los paganos de una situación indeseada.
La solidaridad con los débiles debe ser un bien irrenunciable, pero eso no quiere decir que una sociedad esté obligada a recibir a todo al que decide incrustarse en ella. La solidaridad con estas sociedades empobrecidas sería más práctica ejercida allí donde tienen su hábitat natural".
8 comentarios:
Muy cómodo eso de aislar el concepto y olvidarse de las personas. Pero falso, cuando de lo que se trata es de un problema humano.
Creo que a lo que tú te refieres es a la pérdida de identidad, pero la identidad es solo uno de los varios problemas que genera la inmigración descontrolada como problemas económicos, de seguridad, etc....
De todas formas me parece muy valiente tu comentario que ya sufrirás la ira de los políticamente correctos y muy importante que se vea el problema que genera la inmigración como fenómeno.
No me queda más remedio que discrepar con el Anónimo del primer comentario, ya que el autor del artículo siempre piensa en el ser humano.
En primer lugar le exonera de culpa, y se pone de su parte, cuando dice: El problema no es el emigrante, es la emigración.
Luego hace un llamamiento a recibir a los inmigrantes en unas condiciones de igualdad legal, reconociendo que pueden aportarnos algo positivo, cuando propone: Los humanos, al igual que el resto de animales, estamos dispuestos a permitir la llegada de elementos ajenos siempre que estos no generen inconvenientes y con más motivo si los mismos aportan algo positivo.
Posteriormente, analiza y enfatiza en los sufrimientos que lleva incorporado el tener que abandonar su país al alegar: El emigrante es una persona angustiada por su supervivencia que se desplaza en busca de una solución.
En otro apartado siente como propias las necesidades de los inmigrantes y hace una súplica para que estos no sean los paganos de una situación indeseada, cuando dice: Cierto es que nuestra situación actual hace posible compatibilizar las aportaciones de los emigrantes y las necesidades de los mismos, pero siempre que exista una regulación que garantice que los receptores no van a ser los paganos de una situación indeseada.
Finalmente da una muestra más de solidaridad inteligente, cuando aboga por una solución global, en la que se procure el que sean socorridos en su propio país de origen, tratando de evitar el que tengan que abandonar su familia, entorno, costumbres, etc. cuando dice: La solidaridad con estas sociedades empobrecidas sería más práctica ejercida allí donde tienen su hábitat natural".
Puedes acceder a otra opinilón desde este enlace: http://valledebuelna.blogspot.com/2010/02/otro-punto-de-vista-sobre-la.html
Que poco tardó en llegar el que relaciona directamente inmigración con "problemas económicos, de seguridad, etc". El típico y xenófobo "vienen a robarnos el trabajo" de toda la vida, pero vestido de concienciado.
Viendo que es seguidor de Hazte Pis Cantabria, no sorprende.
Lo que más me gusta de un debate es que cuando no se tiene argumentos se recurre a lo que sea. Este es seguidor de tal o de cual...
Lo cierto es que como no me puedes dar ni un solo argumento en contra de mis opiniones no te queda más que el berrinche y salir por la tangente querido anónimo.
Cada uno es lo que es piensa como piensa, para eso esta la democracia o solo vale cuando interesa a algunos. Yo creo en que es necesario controlar y regularizar la inmigración, que la política de inmigración que llevo acabo el PP y el PSOE es nefasta y que es hora de las soluciones valientes y no de los parches. Que la inmigración genera unos problemas que tienen que sufrir los trabajadores, competencia desleal, inseguridad ciudadana, colapso de las ayudas sociales, de la sanidad, del derecho a mandar a tus hijos a la guardería, etc....
Igual eso no cuadra en tu discurso buenista y políticamente correcto sobre la inmigración, pero es la verdad de la calle y no lo que nos quieras vender con monsergas rosahumanistas. La fiesta se acabo querido Anónimo.
Incluyo un artículo que puede aportar una nueva perspectiva.
Pulsa este enlace: http://www.eldiariomontanes.es/v/20100306/sociedad/vuelta-hoja/fuera-20100306.html
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