Paulino Laguillo revive la historia industrial del nuestro valle, recordando que el próximo domingo se cumple el centenario de la muerte del insigne cántabro José María Quijano Fernández-Hontoria y su figura se acrecienta con la magna obra industrial que puso en marcha en 1873 y en 1900, y que desde entonces camina ininterrumpidamente hacia el 150 aniversario, creando trabajo y riqueza y siendo una de las empresas básicas en la economía de Los Corrales de Buelna y de la región.
Cuando este ilustre corraliego fundó las Forjas de Buelna en 1873 era abogado en Torrelavega, desplazándose diariamente desde Los Corrales de Buelna a esta ciudad en un carruaje tirado por dos jacas. Pertenecía a una familia acomodada de Los Corrales de Buelna de la que su padre, José Felipe de Quijano y Moncalián, también había ejercido de abogado en la ciudad del Besaya, además de Alcalde, Diputado Provincial y Diputado a Cortes, entre otros cargos relevantes.
Resulta evidente que con tan marcada tradición familiar en el estudio de las Leyes José María Quijano se sintiera atraído por esta profesión. Aunque de su época de estudiante y en aras del necesario rigor histórico, procede en esta ocasión detenerse y aclarar lo que en su biografía se destaca como «los laureles de sus recientes triunfos universitarios", y que en realidad disimula un primer suspenso en su examen de licenciatura en Derecho en Valladolid y un aprobado alto en el segundo.
A pesar de pertenecer a la generación del 98, caracterizada por el pesimismo imperante en la sociedad española con la pérdida de las últimas colonias, este hidalgo montañés tuvo una clara visión de futuro y vocación europea, fundando a finales del siglo XIX una empresa de fabricación de puntas de acero en un medio rural que dio lugar a una profunda transformación social en el Valle de Buelna y de la propia comarca. Pronto inició la trefilería, produciendo alambres industriales de muy diferentes tipos que llegaron a tener con los años una aplicación en el mercado para más de tres mil artículos. En sus distintas fabricaciones, destinadas aproximadamente en su mitad a la exportación, tuvieron una gran demanda los cables de acero por su calidad, siendo muchos de ellos destinados a sectores muy exigentes en cuanto a seguridad por depender de este producto la vida de las personas.
En 1899 y junto con algunos amigos fundó en las inmediaciones de Santander (Isla del Óleo) la fábrica de Nueva Montaña, con un capital de diez millones de pesetas (cantidad inusitada en aquellas fechas), Al año siguiente consiguió poner en funcionamiento un alto horno convirtiéndose José María Quijano en pionero de la siderurgia de Cantabria.
Ambas empresas, donde aplicó una protección social muy adelantada a aquella época, fueron en constante ampliación durante el siglo XX, dando trabajo a varias generaciones. En 1948 se fusionaron bajo la firma 'Nueva Montaña Quijano, S.A.', que se prolongó durante cuarenta años.
En tan dilatada trayectoria industrial, la factoría más antigua, Forjas de Buelna, que en octubre de 1968 alcanzaba su mayor plantilla de 3.872 trabajadores, ha vivido tres efemérides muy relevantes. En 1923 conmemoró el cincuentenario de su fundación editando un libro con la firma de todos los trabajadores, que a su vez dedicaron una placa conmemorativa al Consejo de Administración. En 1973 tuvo lugar su primer centenario, concediéndosele a la empresa por el ministerio de Trabajo la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo con carácter colectivo. Y en 1998 celebró su 125 aniversario. En ese momento su capacidad de producción de alambre era de 150.000 toneladas anuales, con una longitud de 40.000 kilómetros cada dos días, suficiente para dar la vuelta a la Tierra.
En el año 1987 ambas factorías pasan a depender del grupo catalán CELSA (Compañía Española de Laminación, S.A), denominándose la de Nueva Montaña, 'Global Steel Wire, S.A'., y la de Los Corrales de Buelna, 'Trefilerías Quijano, S.A'. Y las dos siguen con sus fabricaciones tradicionales; la primera el alambrón, y la segunda con la trefilería, habiendo incorporado en los últimos años a su producción un producto nuevo destinado al sector de la automoción, la estampación, con alambres especiales y con altas exigencias de calidad. Ambas también siguen destinando más de la mitad de sus respectivas fabricaciones a la exportación. [ver artículo]
Resulta evidente que con tan marcada tradición familiar en el estudio de las Leyes José María Quijano se sintiera atraído por esta profesión. Aunque de su época de estudiante y en aras del necesario rigor histórico, procede en esta ocasión detenerse y aclarar lo que en su biografía se destaca como «los laureles de sus recientes triunfos universitarios", y que en realidad disimula un primer suspenso en su examen de licenciatura en Derecho en Valladolid y un aprobado alto en el segundo.
A pesar de pertenecer a la generación del 98, caracterizada por el pesimismo imperante en la sociedad española con la pérdida de las últimas colonias, este hidalgo montañés tuvo una clara visión de futuro y vocación europea, fundando a finales del siglo XIX una empresa de fabricación de puntas de acero en un medio rural que dio lugar a una profunda transformación social en el Valle de Buelna y de la propia comarca. Pronto inició la trefilería, produciendo alambres industriales de muy diferentes tipos que llegaron a tener con los años una aplicación en el mercado para más de tres mil artículos. En sus distintas fabricaciones, destinadas aproximadamente en su mitad a la exportación, tuvieron una gran demanda los cables de acero por su calidad, siendo muchos de ellos destinados a sectores muy exigentes en cuanto a seguridad por depender de este producto la vida de las personas.
En 1899 y junto con algunos amigos fundó en las inmediaciones de Santander (Isla del Óleo) la fábrica de Nueva Montaña, con un capital de diez millones de pesetas (cantidad inusitada en aquellas fechas), Al año siguiente consiguió poner en funcionamiento un alto horno convirtiéndose José María Quijano en pionero de la siderurgia de Cantabria.
Ambas empresas, donde aplicó una protección social muy adelantada a aquella época, fueron en constante ampliación durante el siglo XX, dando trabajo a varias generaciones. En 1948 se fusionaron bajo la firma 'Nueva Montaña Quijano, S.A.', que se prolongó durante cuarenta años.
En tan dilatada trayectoria industrial, la factoría más antigua, Forjas de Buelna, que en octubre de 1968 alcanzaba su mayor plantilla de 3.872 trabajadores, ha vivido tres efemérides muy relevantes. En 1923 conmemoró el cincuentenario de su fundación editando un libro con la firma de todos los trabajadores, que a su vez dedicaron una placa conmemorativa al Consejo de Administración. En 1973 tuvo lugar su primer centenario, concediéndosele a la empresa por el ministerio de Trabajo la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo con carácter colectivo. Y en 1998 celebró su 125 aniversario. En ese momento su capacidad de producción de alambre era de 150.000 toneladas anuales, con una longitud de 40.000 kilómetros cada dos días, suficiente para dar la vuelta a la Tierra.
En el año 1987 ambas factorías pasan a depender del grupo catalán CELSA (Compañía Española de Laminación, S.A), denominándose la de Nueva Montaña, 'Global Steel Wire, S.A'., y la de Los Corrales de Buelna, 'Trefilerías Quijano, S.A'. Y las dos siguen con sus fabricaciones tradicionales; la primera el alambrón, y la segunda con la trefilería, habiendo incorporado en los últimos años a su producción un producto nuevo destinado al sector de la automoción, la estampación, con alambres especiales y con altas exigencias de calidad. Ambas también siguen destinando más de la mitad de sus respectivas fabricaciones a la exportación. [ver artículo]