Finchu nos cuenta que en un tren de Valencia con destino a Barcelona iba sentado un hombre y, frente a él, iba también sentada una mujer tremendamente atractiva, con un bebé en brazos.
De pronto, el bebé rompe a llorar y la mujer le da el pecho (un pecho precioso, por cierto), pero el bebé sigue llorando.
La mujer le dice al bebé:
Hijo mío, cómete la teta, que si no te la comes tú se la voy a dar a ese señor de ahí enfrente. El niño sigue llorando y se duerme.
A los 15 minutos, el bebé vuelve a llorar, la mujer le da el pecho, pero el bebé sigue llorando y, le vuelve a decir:
Hijo mío, cómete la teta, que si no te la comes tú se la voy a dar a ese señor de ahí enfrente. Y así continuó todo el viaje.
Cuando quedan 15 minutos para llegar a Barcelona-Sants, el bebé vuelve a llorar. La pobre madre, le saca el pecho de nuevo pero el niño sigue llorando y, le vuelve a decir por décima vez:
Hijo mío, cómete la teta, que si no te la comes tú se la voy a dar a ese señor de ahí enfrente.
En esto que el señor se levanta y le dice a la madre:
Señora, por Dios, que se decida el niño, que yo me tenía que haber bajado en Castellón.
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