Que el fútbol en este país muevo lo que otros gremios no logran menear, es algo que casi todos sabemos. Que la repercusión mediática del “rey” de los deportes es superior a cualquier otro acontecimiento de la misma índole, lo sabemos casi todos. Lo sucedido en El Sardinero poco tiene que ver con el fútbol, aunque sea un club de balompié el triste protagonista. Es la respuesta de la sociedad unida contra los abusos y mangoneos de aquellos que pretenden de una forma vil enriquecerse aprovechando cualquier fisura. Esa noche me he sentido representado por unos jugadores que se plantaban en hábitat natural contra la usurpación, al abuso empresarial y un secuestro prolongado. Los ciudadanos deberíamos reflexionar sobre el poder que tenemos, esa fuerzo oculta para salir unidos y derrocar a los muchos gansters y chupasangres que copan los poderes públicos y privados con un solo fin, sacar el máximo provecho a su privilegiada posición. Los trabajadores de Sniace, la plantilla del Racing o los preferentistas de las entidades bancarias merecen todo el apoyo en su lucha contra el imperio del mal de una ciudadanía cómoda y anestesiada. Pero nada como el fútbol para destapar el tarro de las inmundicias a las que está abocada nuestra sufrida sociedad. Al fin y al cabo, fútbol es fútbol.
Carlos Lavín Saiz, de Los Corrales de Buelna, en Cartas al Director del Diario Montañés
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