Muchos ayuntamientos, se han lanzado a hacer calles peatonales, argumentando que ponen un mayor énfasis en el sufrido peatón, en detrimento de los vehículos, tratando con esta medida de hacer la ciudad más humana y menos contaminada. Acto seguido se colocan una medalla por esta actitud.
Lo que no dicen es que paralelamente favorecen al comercio de la zona peatonalizada y a los aparcamientos subterráneos próximos que ven incrementados sus ingresos.
Otra de las medidas suele ser el colocar semáforos innecesarios, conocidos como gilisemáforos, poniéndose también una medalla, basándose en haber logrado solucionar un grave problema del tráfico.
En estos gilisemáforos sucede siempre lo mismo: los peatones, cansados de esperar a que generalmente no pase ningún vehículo, ignoran la luz del gilisemáforo que indica que se detengan, y cruzan al otro lado. Posteriormente, cuando se habilita la luz para los peatones y se prohíbe el paso de vehículos, son los conductores los que contemplan cómo tienen que esperar a que no pase ningún peatón, porque ya han pasado antes. Hay otra variedad más indignante y es cuando el gilisemáforo dispone de un botón para ser activado por el peatón, el cual contempla cómo este cambia cuando quiere, no cuando lo desea el que oprimió el interruptor, el cual cansado de esperar reacciona de idéntica forma que en el caso anterior.
Quiera Dios que no ocurra nunca una desgracia, porque ante tal evento nuestras autoridades reaccionarían reprendiendo la incívica actitud de los ciudadanos, a la vez que destacarían la prontitud con la que se presentó en el lugar de los hechos una patrulla de la policía y una ambulancia, colocándose nuevamente una medalla por tal celeridad.
¡¡Será por medallas!!
José Salas Pérez-Rasilla, en Cartas al Director, del Diario Montañés
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