Ya lo advirtió Groucho Marx, “el matrimonio es la principal causa de divorcio”, y esta perogrullada viene al pelo para que me atreva a aventurar una unión no demasiado larga ni feliz entre el ciudadano estadounidense Mark Williams y su reciente esposa, de la que no ha trascendido su nombre para ahorrarle el escarnio. Veréis, el tal Williams parece un pieza de cuidado, un sujeto que no respeta a su mujer ni el mismo día de su boda. ¡Habrase visto! Muchacho, si no estás preparado para casarte, no lo hagas.
Y es que en pleno banquete nupcial, cocido como una gamba a base de copazos, el tipo le tiró los trastos de manera descarada a una de las camareras del convite. No sólo eso, sino que se puso pesadísimo y llegó a propasarse con la pobre muchacha, de sólo 19 años de edad y, para más inri, ¡embarazada! Williams trató de obligarla a beber alcochol, a lo que ella se negó. Entonces, según la versión de la propia camarera, “me acarició la cabeza y me manoseó”.
Incómoda por la situación, la chica telefoneó a su novio para que fuera a recogerla al final del convite, que se celebró en un barco. Al llegar a puerto, éste se acercó al recién casado para ajustar cuentas y se desencadenó una pelea entre ambos, que finalizó cuando la policía llegó a poner orden.
Los agentes esposaron y arrestaron a Williams ante la mirada de decepción y desconsuelo de su recién estrenada mujer, que no podía parar de llorar. Le habían frustrado uno de los días más especiales de su vida. El culpable, por cierto, pasó su noche de bodas en el calabozo, denunciado por acoso y resistencia a la autoridad. Y porque no procede denunciarle por estúpido…
Fuente: 20 minutos.es
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