Ricard Galcerán es un jubilado de Barcelona que decidió enviar una carta explicando su experiencia en el parque Güell. Lo que no esperaba nuestro lector es que su historia tendría tanta repercusión en las redes sociales.
El hombre fue acompañado de tres amigos al parque y, mientras les explicaba algunos detalles del lugar, se le acercó un vigilante para llamarle la atención. Al parecer, el jubilado estaba faltando al respeto a los guías oficiales del parque por compartir sus conocimientos con sus amigos.
El suceso no quedó ahí, sino que en una segunda ocasión se le acercaron hasta tres miembros del parque para reprocharle su actitud. En esta ocasión, incluso, advirtiéndole de que, o cejaba en su empeño de hablar sobre el parque con sus amigos, o se verían obligados a acompañarle a la salida.
Ante este suceso, Galcerán decidió poner una reclamación al parque esperando algún tipo de explicación. La respuesta del Park no se hizo esperar y le indicaron que la normativa de la Generalitat no permite realizar explicaciones culturales a personas sin licencia, considerándolo como intrusismo laboral. La respuesta del jubilado fue que las leyes deben estar sujetas a criterios humanos, capaces de interpretar cuando alguien solo quiere ayudar a sus amigos.
Desde que el Ayuntamiento de Barcelona decidiese imponer un pago para acceder al parque Güell, los datos han reflejado un fuerte descenso (de 9 a 2.3 millones) de las visitas y un sentimiento de desencanto con los ciudadanos. En plena resaca electoral tras la victoria de Ada Colau, el nuevo gobierno se enfrentará al dilema del turismo en Barcelona para evitar casos como el de Ricard.
Fuente: elPeriódico
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