Nuestro idioma está plagado de palabras que proceden de otros idiomas, y cada vez es más frecuente que términos ingleses afloren en nuestras conversaciones diarias. Pero, como buena lengua romance que es el español, la mayor parte de las palabras que utilizamos han sido adaptadas del latín. Sin embargo, hay muchas expresiones que no han sufrido ningún cambio y que seguimos utilizando tal y como se emplearon hace siglos.
Recogemos algunos de los términos más habituales para aclarar dudas e intentar evitar esos errores fatales, debido a que muchos de ellos se utilizan frecuentemente en los medios de comunicación o en conversaciones informales:
Alma máter
Literalmente, “madre nutricia”, aunque se utiliza para referirse de forma metafórica a una universidad y por ello, es un término de género femenino. Suele llevarnos a la confusión, ya que pensamos que equivale al alma castellana, que en realidad proviene del latín “anima”. Es una palabra que se emplea con mucha frecuencia en el inglés.
Annus horribilis
Pocas personas son tan mal pensadas como para traducir esta expresión por “ano horrible”, aunque nosotros lo hayamos hecho. Curiosamente, es una expresión más moderna que “annus mirabilis”, su antónimo. El diccionario de Oxford atribuye el origen de esta última expresión a un poema de John Dryden sobre el terrible año 1666, en el que dicho milagro era haber sobrevivido a todas las calamidades que se produjeron; este también reconoce que la primera vez que tiene constancia de “annus horribilis” es en 1992, cuando la Reina Isabel II lo utilizó para describir el 40 aniversario de su coronación.
Coitus interruptus
La popular “marcha atrás”, sólo que con un nombre más fino que funcionaba como un eufemismo. Curiosamente, suele utilizarse muchas veces para denotar frustración o interrupción, cuando en realidad se refiere al método anticonceptivo que consiste en eyacular fuera de la vagina.
Cunnilingus
Lo sentimos, pero es pura casualidad que aparezcan juntos en esta lista dos términos tan sexuales. Esta palabra proviene de juntar el latín “cunnus” (“vulva”, por no decir otra cosa) y “lingo, lingere” (“lamer”) y consiste en… Bueno, ya sabemos en qué consiste, ¿verdad? ¿Hace falta volver a explicarlo?
Exabrupto
En latín, la locución “ex abrupto” se escribía separada y, literalmente significa algo así como “desde la interrupción violenta”. Ha evolucionado al sustantivo “exabrupto”, es decir, “salida de tono, como dicho o ademán inconveniente e inesperado, manifestado con viveza”. No obstante, sigue pudiéndose utilizar la expresión “ex abrupto” como un adverbio; es lo que ocurre en una frase como “comenzó a insultarme ex abrupto”.
Ex aequo
Una locución latina que significa “por igual” (del latín “aequus, -a, -um”, “igual”) y que se emplea en las clasificaciones cuando varios participantes ocupan el mismo puesto. Nada de “ex-aequo” ni “exaequo”: se ha de escribir separado y sin guion. Muy semejante es la expresión “ex aequo et bono” que se utiliza en el ámbito judicial y que se traduce como “de acuerdo con lo correcto y lo bueno”, en referencia a la cualidad de los tribunales de tomar la decisión más equitativa.
Habeas corpus
Una expresión prácticamente intraducible que se utilizaba para referirse a la defensa de los derechos básicos del detenido. ¿De dónde proviene? De la expresión “habeas corpus ad subjiciendum”, algo así como “que tengas tu cuerpo presente para ser expuesto”. Tiene lógica: uno de los principios que se protegen es que el inculpado sea llevado físicamente ante el juez para poder ser escuchado y conocer la acusación.
Ictus
El infarto cerebral toma su nombre del latín para “golpe” o “ataque”. Pero no es la única aplicación que tiene dicha palabra en castellano: el ictus es también el acento de intensidad en un verso o en una frase melódica musical.
Motu proprio
Ni “motu propio”, ni “de motu proprio” ni “de motu propio” (aunque en latín sí son válidos “e motu proprio” y “e proprio motu”): la versión correcta es “motu proprio”, con su “r” correspondiente. Significa “espontáneamente”, aunque también hace referencia al documento de la iglesia católica que emana directamente del papa y promulga una ley particular.
Oremus
Sí, es ese mismo “oremos” que se suele escuchar en misa, sólo que en latín. La palabra ha terminado utilizándose casi exclusivamente en la expresión “perder el oremus”, que quiere decir “perder el control” o “desorientarse”. Aunque no se sabe con exactitud por qué se produjo tal transformación, puede deberse a que este “oremus” era pronunciado repetidamente para introducir la lectura de la Biblia, así que perder el oremus era algo parecido a perder el hilo de lo que se estaba contando.
Plus ultra
El lema de España impuesto por Carlos I de España como lema personal es una redundancia, ya que significaría algo así como “más de más allá”. ¿A qué se debe dicha confusión? Los autores de Hic et Nunc sugieren que puede deberse a una negación del giro “non plus ultra”, que se utilizaba para recordar que más allá del Estrecho de Gibraltar no había nada.
Quisque
Aunque “todo quisque” a nuestro oído suene a macarrismo propio de los años setenta, la realidad es que se trata de una locución latina que significa “cada uno”. Por eso, expresiones como “cada quisque” o “todo quisque” resultarían redundantes.
Rara avis
Pocas personas dudan que esta locución signifique “ave rara” y sirva para designar a alguien único en su especie. El problema surge cuando tenemos que ponerle delante un artículo: ¿es femenino o masculino? Según la RAE, se utiliza con más frecuencia en femenino, ya que las aves lo son, aunque se admite su empleo en masculino.
Spa
Muy pocas de esas personas que se pasan los fines de semana entre chorrito y chorrito conocen el verdadero origen de esta expresión, conformada por las siglas de “sanitas per acquam” (“salud por el agua”). ¿Y “jacuzzi”? Nada que ver: debe su nombre a los hermanos Jacuzzi, empresarios italianos que desarrollaron dicho equipo terapéutico a comienzos del pasado siglo.
Vademécum
Según la RAE, un “libro de poco volumen y fácil manejo para la consulta inmediata de nociones o informaciones fundamentales”. Hasta ahí, poco misterio. Quizá lo más interesante de este término es que proviene de la locución “vade mecum”, es decir, “ven conmigo”, que es el antónimo de “vade retro” (con o sin Satanás), es decir, “aléjate de mí”.
Fuente: El Confidencial
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