Es la figura principal del entramado. Me ha impactado la gran cantidad de personas que acuden a la llamada del Camino de Santiago, con los que a lo largo del mismo se establece una especie de complicidad ya que se coincide con ellos durante varias etapas y trayectos de las mismas. Pudimos detectar, bien por su idioma, o porque hacían ostentación de banderas de sus países, a alemanes, franceses, ingleses e italianos, pero cuando en la catedral se leyeron las preces lo hicieron también en polaco y coreano, porque había también peregrinos de esas nacionalidades.
Había también del continente americano: argentinos, colombianos, estadounidenses, uruguayos y mejicanos, encabezados por un sacerdote que en una parte del camino trabó conversación con nosotros y al preguntarnos nuestro origen y decirle que éramos cántabros, nos comentó que su familia paterna era de Santillana y la familia de su madre descendía de la provincia de Burgos.
A todos estos hay que añadir a los omnipresentes japoneses.
Estos peregrinos son una forma de turismo de excelente calidad, muy apreciados por los residentes, ya que no organizan juergas nocturnas en las que el alcohol forme parte de las mismas, no practican balconing ni arman grescas, además de que son una gran fuente de ingresos para la región.
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