Nunca entenderé esa solicitud, que se ha convertido en una obsesión viral en las redes sociales, de solicitar la gratuidad de la televisión en los hospitales. Es decir, se trata de que en vez de pagar un servicio el usuario del mismo, se lo tenemos que pagar entre todos.
Al hilo de esto me surgen las siguientes preguntas: ¿Obligan por prescripción médica a alguien a ver la televisión? ¿Tiene la televisión alguna virtud medicinal para que sea costeada por la Seguridad Social, cual si de un medicamento se tratara? ¿No podemos leer el periódico, libros o revistas en vez de ver la televisión? ¿No se pueden utilizar transistores, con auriculares para no molestar al compañero? ¿No puede el propio enfermo, cuando el ingreso es prolongado, llevar un televisor portátil, como he visto en algunos casos? ¿Somos conscientes de que ese importe va a salir de nuestros impuestos, de los que luego protestamos?
Creo que posiblemente, más que al propio enfermo, a quien más puede beneficiar esa petición es a la empresa que facilita ese servicio, que debe estar frotándose las manos.
¿Será nuestra próxima solicitud, que sea gratis el estacionamiento en las consultas, con lo que se frotará las manos el concesionario del aparcamiento o que la comida de los acompañantes lo paguemos también entre todos, con lo que el que ahora se frotará ahora las manos será el concesionario de la cafetería, todo ello a costa de nuestros impuestos?
A. José Salas, para Cartas al Director, de El Diario Montañés. (No publicada)
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