Continuando el paseo en dirección a la fábrica, nos encontramos con un espacio cerrado de unas características curiosas. Es un espacio más o menos cuadrangular delimitado por altas paredes y con una puerta que permite ver el interior y en el que no existe nada de tejado. Es un espacio abandonado, con la aparición de matojos, arbustos, concentración de basura y con la pared del fondo desplomada y con toda la superficie del recinto aplanada y encementada.
¿Cuál era la función de esta superficie? Los que tenemos unos años, y que cotidianamente pasábamos por la zona, camino del río, de la cooperativa, o a los comercios de la zona, no tenemos ninguna duda. Pero las personas que se han incorporado recientemente o que son jóvenes y que ya no tienen ninguna necesidad de ir por allí, el conocimiento ya no es están claro. Es posible que conozcan lo que fue, pero con muy pocas posibilidades de que valoren, lo que este espacio representó.
Este espacio era el antiguo aparcamiento de las “bicis” con la que los obreros se desplazaban al trabajo. Ahora en cuanto un joven ha cumplido los 18 años, automáticamente, como regalo por su esfuerzo, los padres le pagan el carnet de conducir y cuando cobran el primer sueldo, el automóvil está esperando. Pero no siempre fue así. A la escuela íbamos andando y los que venían de los pueblo más lejanos, como Coo, Lobao (es curioso en las Actas municipales solo aparece como Lobado) o de la Contrina, se desplazaban andando y en el mejor de los casos en bicicleta. Eso obligaba a que en el Colegio de La Salle, en el patio, donde hace tiempo se construyeran varias aulas, era el lugar donde nosotros jugábamos al frontón y aparcaban las bicicletas, quienes las tenían. Ahora los alumnos van a clase en autobús. Me acuerdo que en primer año de docencia, me tenía que desplazar desde la Colonia Authi hasta el “Orbe Cano”, y siempre lo hice andando, muchos de los alumnos del pueblo se desplazaban en autobús. Los cambios de la vida.
En todo caso, y volviendo a lo nuestro, eran muchos los obreros que se desplazaban de sus casas a la fábrica en bicicletas, con lo que se originaba un problema en donde aparcarlas, evitar los amontonamientos, discusiones, etc. Así que la dirección de la fábrica, tomó la decisión de crear unos aparcamientos para las “bicis”. Es cierto que este aparcamiento era el más importante, pero creo recordar que hubo alguna más. Uno a la salida de la fábrica por la Hoya donde a la salida del canal se construyó sobre el mismo una plataforma y se cubrió con una tejavana y allí se aparcaban las bicicletas.
La zona de aparcamiento más grande era, sin lugar a dudas, la que se encontraba en esta zona de la Avenida. Allí había varias zonas cubiertas con ganchos que permitían colgar las bicicletas por una de las ruedas. Esto permitía que muchos obreros pudiesen aparcar sus bicicletas sin perder el tiempo. No había sitio asignado a cada obrero, lo habitual era que cada uno aparcara su “bici” según sus preferencias o su orden de llegada.
Eso sucedía con los obreros, pero las cosas cambiaban con los empleados. A estos la empresa les dotaba de una bicicleta para que pudieran desplazarse por la fábrica para atender a su cometido sin perder tiempo. Esta era una bicicleta BH 700 de color negro y con frenos de varillas, no de cables. Presentaban la característica de que la barra que iba de la zona del sillín hasta la zona del manillar, existía una pequeña placa pintada de color amarillo, en lo que ponía en negro, Trefilerías Quijano. Muchos de los empleados tenían esta bicicleta asignada, salvo Sariego, que con frecuencia tenía que desplazarse hasta zona de Lombera, y la empresa considero oportuno asignarle una velosolex, lo que le hizo ser la comidilla del resto.
¿Os imagináis el movimiento de bicicletas a la hora de entrada y salidas?
ENTRADA DE FÁBRICA
Caminando en dirección río y a la derecha, vemos un precioso edificio situado de tras de una importante pared de piedra que separa la fábrica y la carretera. Hace ya mucho tiempo que en esta acera existían plantados árboles, pero ya han desaparecido. Siguiendo andando, llegamos a una portilla totalmente cerrada y cubierta, para que no se vea nada del interior. Si pudiéramos verlo, nos encontraríamos con un enorme descampado con todos los edificios derribados y en el que únicamente está levantado, al que en principio nos referíamos.
Pero esto, no ha sido siempre así. Si nos retraemos unos cuantos años, nos encontramos que ésta era una zona más de la fábrica, dedicada más que a la producción a la dirección de la misma.
Lo primero que nos encontrábamos era con la portilla de acceso, en la que estaba el portero y el chapero donde los que trabajan en la zona, colocaban su chapa identificativa. Por medio de la portilla pasaba la vía del tren, que permitía trasladar materiales desde la estación hacia el interior de la fábrica. Ya hemos comentado que durante mucho tiempo dos locomotoras estuvieron abandonadas al final de la vía, aunque con buen criterio han sido restauradas.
Entrando por la portilla y girando hacia la derecha vemos un enorme edificio, totalmente abandonado, y que pese a estar realizado con piedras, ya comienza a dar síntomas de deterioro. Estamos frente lo que fue la Oficina Central de la empresa.
Jesús Palacios
en bici, por la avenida José Mª Quijano, viniendo por enfrente de lo que
después fue la joyería-relojería González.
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1 comentario:
En esa foto, Palacios está pasando justamente por enfrente del aparcamiento de bicicletas, que ahora es un espacio abandonado. Y la calzada por donde está circulando, hoy no existe, porque ahí está la entrada al túnel.
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