Hay sitios donde uno se siente mejor, porque la gente es no sólo amable, sino agradable, y hasta alegre. En otros sitios, sientes como si no importaras a nadie, parece que nunca sabrán lo que es apreciar a alguien, ni que lo vayan a echar en falta. Hablo de comercios, ciudades, colegios, familias, enclaves turísticos. De manera superficial se suele señalar a la sonrisa como pieza esencial en esto, pero en realidad ésta es sólo un aspecto, o manifestación, de otras cosas que funcionan conjuntadas: hábitos, sentimientos, visión del mundo. Se insta a veces a ponerse una sonrisa para mejorar "el día", las relaciones, lo que ofreces a los demás... El afectado (individuo o grupo) apenas le ve sentido a ello, ya que no se percibe a sí mismo y le faltan referencias, y además el apremio parece chocar con el respeto a cómo él se encuentra, pues a un deprimido no le vas a pedir encima que se fuerce. Pero cuando todo un colectivo está perdiendo tontamente la ocasión de recibir más y mejor turismo, la cosa cobra otro sentido; cobra el sentido de "otro mundo es posible".
Adolfo Palacios para Cartas al Director, de El Diario Montañés
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