con el más limpio mandil,
ha sido muy mañanera,
siendo mañana de abril.
Está cortando la berza,
las alubias en remojo,
el fuego un poquito flojo,
como si hubiera pereza.
El puchero está bailando
entre leñas de madera,
la cocinera cantando
al son de la tapadera.
Este cocido a comer,
lo disfrutan en Laredo,
Suances y Santander,
Reinosa y Villacarriedo.
Y en toda Cantabria entera,
tanto el grande o pequeñín,
los del pueblo y los de afuera,
para todos es un festín.
Mírale, mírale, mírale,
cociduco, cocido en el llar,
cuídale, cuídale, cuídale …
que no se vaya agarrar.
Cuando hace frío y le ves
dejando escapar su vaho,
ya te tiene enamorao
el cocido montañés.
Sientes como palomitas
en el vientre, dando vueltas,
cuando el cocido te invita
a besarte si te sientas.
Si te arrimas a su lado,
él te hará buena caricia,
al besarte con delicia,
ya con el primer bocado.
Las alubias que
blanquean,
el color verde de berza,
cuando ves que borbotean
Y el compango, eso es rizo,
una pura maravilla,
con tocino, con chorizo
y dos clases de morcilla.
Fuera ya la tapadera,
sácalo del perolón
y sírveme una ración
que el apetito no espera.
Y existe otra cuestión
que te deja haciendo cruces,
cuando miras como luce
esa costilla de chon.
El olor casi alimenta,
el sabor más que el aroma
prueba, prueba, toma., toma
y después ya me lo cuentas.
Y que me pongan buen pan
y buen vino de Rivera,
que aquí las tantas me dan
y os dejo …que esto no espera.
¡¡Ay cocido montañés!!.
¡¡Ay que bien que me has sentado!!.
De eructos ya he echado tres
y como Dios he quedado.
Y mañana si es que queda,
mañana repetiré.
Y otra vez barriga llena…
de buen pote montañés.
Tinuco
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