Han tenido que pasar cinco días desde que empezó todo, para oír a alguien referirse al tema Luis Rubiales en los términos adecuados. Ha sido una psicóloga, en la radio; ha dicho que estamos ante una persona que no cree haber hecho nada malo. Solo desde ese enfoque, digamos más científico, y adoptándolo con todas sus consecuencias, es como podemos encarar el asunto con cierta esperanza de éxito, sin exacerbar emociones que lo líen más, y sin poner a la víctima cada vez más expuesta. Y tratando a todos con dignidad. Para mí es evidente, pero recuerdo el tortuoso camino de reflexiones y experiencias que tuve que andar desde la concepción de la acción humana que, por haberme criado en esta sociedad, manejaba yo antes. Ya decía F. Díaz-Plaja que en España ("Los pecados capitales") somos teólogos, no filósofos, que no vamos a la verdad: venimos de la verdad. Yo espero que en algunos otros sitios sea distinto. Y los debates sepan establecerse desde algún nivel que no sea el mero concepto de bien y mal, culpable e inocente. Lo cual no significa que a Rubiales, claro, haya que dejarle en paz y que haga lo que quiera.
Adolfo Palacios para Cartas al Director de El Diario Montañés.
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