He pasado varios días por la avenida de Valdecilla y he podido comprobar como, tras forzar la persiana metálica de lo que fue un comercio, a escasos 100 metros del hospital, malvive un chico joven, con aparentes signos de tener mermadas sus facultades mentales, no teniendo por lo tanto capacidad de discernir algo tan elemental como su propia salud personal.
El habitáculo está lleno de excrementos, restos putrefactos de comida y papeles de periódico. Pernocta sobre un maltrecho colchón, entre un olor nauseabundo, siendo un foco de infección tanto para el propio chico como para el resto de ciudadanos.
Supongo que las autoridades políticas, sociales y policiales tendrán constancia de su existencia, pero casi seguro que no será de su competencia. Ellos están para cosas más importantes.
Desde distintos estamentos se nos destaca el ámbito cultural, social y deportivo de nuestra ciudad, llegando a clasificarla como ciudad inteligente.
Mucho me cuesta creer que una sociedad que no tenga los suficientes recursos sociales, jurídicos y sanitarios para resolver este tipo de problemas, aunque sea en contra de la libertad personal de un individuo mermado hasta estos extremos, sea capaz de considerarse inteligente.
Más bien diría que se trata de una sociedad injusta e insolidaria.
A.José Salas Pérez-Rasilla, en Cartas al Director, del Diario Montañés
2 comentarios:
Yo también he visto ese cubículo y al chico que está dentro. Desgraciadamente vivimos en una sociedad en la que hay un montón de edificios vacíos y un montón de gente durmiendo en la calle. No creo que nadie viva en la calle por gusto, y no digo que abrir los edificios vacíos sea la medida que hay que tomar. Pero está claro que algo hay que hacer para que a los propietarios de viviendas y locales les compense más ponerlos en uso (alquiler privado o a instituciones públicas) que tenerlos cerrados.
España está llena de cubículos como ese y de gente necesitada por todas partes y la mayoría de nosotros hacemos único responsable al gobierno de turno.Más sanidad, más enseñanza, mayores pensiones, más ayuda a la dependencia, más ayuda al maltrato, más ayuda a los inmigrantes, más más...... y cada vez hay menos ingresos.
Me gustaría hacer una llamada a la solidaridad entre los individuos, imaginando lo que podríamos hacer, los que ya no trabajamos si en vez de tantas actividades lúdicas aportáramos algo de nuestro tiempo y dinero sobrante para ayudar a tanto necesitado. Hubo un tiempo donde las jubilaciones no existían ni tantas cosas que ahora nos parecen normales pero lo que sí existía era la caridad y solidaridad.
Tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber....
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