Leopoldo Abadía dice que Artur Mas está enfadado porque Pedro J. tiene información que dice cosas feas de él. Es normal que, si alguien dice que has hecho cosas feas, te enfades.
Lo lógico es que, cuando esas cosas se dicen del president de la Generalitat catalana, el president llame a su portavoz, que para eso lo tiene, y le diga: “Francesc: manda a los periódicos, emisoras de radio y cadenas de televisión la siguiente nota:
A la vista de las informaciones calumniosas publicadas por el diario El Mundo en su edición de 16 de Noviembre, he encargado al bufete de abogados XXX que ejercite acciones legales contra dicho periódico y sus responsables. A partir de esta fecha, todo lo que haya que informar a la opinión pública lo harán los abogados de dicho bufete. Como president de la Generalitat, yo me dedicaré a seguir gobernando y, como candidato de CiU, a preparar las elecciones del día 25.
Barcelona, 17 de Noviembre de 2012.”
A mí eso me habría dado una sensación de seriedad que hubiera agradecido y me habría tranquilizado mucho.
Artur no hizo eso, sino que se fue a Vic, se fue al Sucre, que es un barrio de allí y profirió una frase histórica: “Nos quieren destruir”. Frase que me llenó de dudas, porque no supe si el “nos” se refería a la familia Mas o a los ciudadanos de Cataluña.
Y dijo que, mientras le destruyen, plantará cara a los que difamen, amenacen y dividan a Cataluña.
Pero hombre, Artur, que lo único que han dicho es que tienes no sé qué en Suiza. Y si lo tienes, lo tienes. Y si no lo tienes, no lo tienes. Pero, lo tengas o no lo tengas, eso no me divide a mí de mis hijos, que son catalanes como tú, o de mis amigos catalanes. Cálmate, hombre, que los de El Mundo solo han dicho que tienen información sobre ti.
Si la tienen, que la saquen y, si presentas una querella criminal, pues preséntala tú, que hablan de ti.
O sea, me preocupa que te creas que eres Cataluña y que cuando te pongan una multa de tráfico por saltarte un semáforo nos digas que nos la han puesto a todos. A mí, no, que soy tan Cataluña como tú, porque Tarradellas me lo dijo un día.
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