Toño nos previene sobre los nuevos radares piezoeléctricos, unos aparatos que ya funcionan en Gran Bretaña.
Se trata de sensores instalados en la calzada –ocultos bajo el asfalto- que se activan con el peso del coche en dos puntos distintos, con lo que determinan a qué velocidad ha pasado el vehículo. Después, mandan una señal eléctrica a la cámara encargada de tomar la prueba fotográfica.
Así de sencillo: sin láser ni ondas. Los inhibidores no tienen nada que hacer. Tampoco se pueden detectar a la vista y, como son mucho más baratos que los actuales cinemómetros, podían colocarse a lo largo de toda una carretera. De hecho, la tira de sensores se instala en todos los carriles de circulación: algo que todavía no miden los actuales radares láser.
(Fuente: Motor-Terra)
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