Antiguamente las prácticas abortivas se realizaban con un ocultismo total, con el fin de evitar la deshonra de las familias afectadas. El problema del embarazo no deseado, por lo tanto, es tan viejo como la misma humanidad y con ley o sin ley, se seguirá abortando.
En la actualidad vemos que hoy España, se ha convertido en el paraíso del aborto, y además se nos quiere convencer que es una necesidad prioritaria, al aumentar los límites y plazos de la ley existente, para que puedan acceder todavía un mayor número de mujeres y de menor edad.
Es evidente el rechazo que desde Cataluña se está haciendo a la fiesta de los toros y sin entrar a valorar si tienen razón en sus pretensiones antitaurinas, lo que a mi me resulta chocante es que quienes alardean de proteger la vida de los animales, tengan que ser a su vez los que, con su voto, aprueben una ley en la que el sacrificado es un indefenso e inocente todavía no nacido, al que Dios o la naturaleza (según creencias), alojó en el vientre de la madre, como el refugio más seguro posible.
Pero tan lamentable como lo anterior es la desfachatez de la sociedad actual ya que para nuestra desgracia, los opositores que critican las leyes que formulan los que hoy están el poder, cuando estos acceden a él, no se atreven a derogarlas como pasó con las lenguas autonómicas o con la actual ley del aborto. [A. José Salas, en Cartas al Director, del Diario Montañés]
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