EL CAMINO DE LA DISTANCIA
Tuvo puntos de euforia. Dosis de pasión. Atravesó por decepciones varias. Pasó por separaciones, ceses temporales de la convivencia, divorcios y breves reconciliaciones. Hasta bajas por depresión. Pero ahora, a estas alturas, mi relación con la política es sólo cuestión de distancia.
Me aleja ver como el juego político se parece más a un Madrid-Barça que a un debate de ideas para buscar el bien común. Pasión por los colores e incapacidad de reconocimiento de alguna virtud en el rival. Ver el telediario junto a muchas personas lo demuestra.
Pero me aleja más saber que los políticos lo saben y lo usan. Y es que la distancia -me corrijo- va más con los intérpretes (los políticos) que con la película (la propia política). Los que convierten la ciencia y los titulares en juego de palabras.
Me alejan dos líderes sin talla y, como los malos entrenadores, ratificados cada dos por tres por sus partidos. Uno se ha quedado sólo con su talante y al otro le vuelan en círculo los pájaros a la espera de que apoye la rodilla en el suelo desde el primer día. Me aleja un gobierno que improvisa y que utiliza parches para tapar agujeros (léase la paga de los 420 euros). Que sube los impuestos y tutela a los bancos (muy socialista). Que alza la voz sólo con medidas sociales mientras los parados crecen y las paredes se rasgan con 'cerrados por cese de negocio'. Me aleja recuperar la cola europea y ver a Evo Morales hablando del Palacio de los Conquistadores en Madrid. Me aleja una oposición que es como ese compañero de trabajo que baja a fumar a todas horas para criticar. Que no sabe usar una lavadora que deje limpios sus trapos más manchados. Como un boxeador pegón, pero sin pegada. Me alejan los sindicatos a nivel nacional y su conformismo de pesebre, el mercadeo de los tránsfugas (los cadáveres en el armario que todos tienen), los escaños vacíos, el despilfarro...
Qué calentón... Distancia. [Alvaro Machín en El Diario Montañés]
Tuvo puntos de euforia. Dosis de pasión. Atravesó por decepciones varias. Pasó por separaciones, ceses temporales de la convivencia, divorcios y breves reconciliaciones. Hasta bajas por depresión. Pero ahora, a estas alturas, mi relación con la política es sólo cuestión de distancia.
Me aleja ver como el juego político se parece más a un Madrid-Barça que a un debate de ideas para buscar el bien común. Pasión por los colores e incapacidad de reconocimiento de alguna virtud en el rival. Ver el telediario junto a muchas personas lo demuestra.
Pero me aleja más saber que los políticos lo saben y lo usan. Y es que la distancia -me corrijo- va más con los intérpretes (los políticos) que con la película (la propia política). Los que convierten la ciencia y los titulares en juego de palabras.
Me alejan dos líderes sin talla y, como los malos entrenadores, ratificados cada dos por tres por sus partidos. Uno se ha quedado sólo con su talante y al otro le vuelan en círculo los pájaros a la espera de que apoye la rodilla en el suelo desde el primer día. Me aleja un gobierno que improvisa y que utiliza parches para tapar agujeros (léase la paga de los 420 euros). Que sube los impuestos y tutela a los bancos (muy socialista). Que alza la voz sólo con medidas sociales mientras los parados crecen y las paredes se rasgan con 'cerrados por cese de negocio'. Me aleja recuperar la cola europea y ver a Evo Morales hablando del Palacio de los Conquistadores en Madrid. Me aleja una oposición que es como ese compañero de trabajo que baja a fumar a todas horas para criticar. Que no sabe usar una lavadora que deje limpios sus trapos más manchados. Como un boxeador pegón, pero sin pegada. Me alejan los sindicatos a nivel nacional y su conformismo de pesebre, el mercadeo de los tránsfugas (los cadáveres en el armario que todos tienen), los escaños vacíos, el despilfarro...
Qué calentón... Distancia. [Alvaro Machín en El Diario Montañés]
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