ESTO EMPIEZA AHORA
No se sabe quién ha empuñado la batuta, pero las concentraciones del Movimiento 15M han estado muy bien orquestadas. Entre otras cosas, que se irán viendo poco a poco, han logrado que las elecciones municipales se conviertan en unas primarias de las generales, lo que no deja de ser una marea española de sacar las cosas de quicio. Nos ha sucedido con frecuencia; cuando las puertas no encajan bien. Ojalá la ola de protestas no nos ahogue a todos, incluidos, a los que la marea de la crisis económica nos tiene con el agua al cuello.
El problema, uno de tantos, pero no el menor, va a ser dónde poner la indignación. Esa exaltada posición del ánimo, que va más allá del enojo o del enfado, se diferencia de éstos en que reclama venganza. ¿Cómo han conseguido nuestros políticos cabrear a tanta gente? Es verdad que son muchos. Ayer no más se votaron 70.000 cargos públicos en España, pero cada uno de ellos ha reclutado a varios enemigos. De todos es conocida la dificultad de elegir entre cosas que no nos gustan. ¿Cuál es el mal menor si todos son bastante grandes? El único baremo para las indefensas personas decentes ha venido siendo el de escoger al partido que tuviera menos imputados en sus listas, pero hay que saber aritmética, ya que el número de golfantes anda parejo.
Quizá pueda verse todo más claro a partir de ahora, pero lo único cierto es que no vamos a estar a partir un piñón. Unos se llevan muy mal, otros no se llevan y hay bastantes que quieren llevarse algo. En 13 autonomías y en 8.116 Ayuntamientos ha habido codazos y cargas ilegales, pero se han señalado muy pocos penaltis. El que está fuera de juego es el árbitro. Un muchacho de buena fe y de buena esperanza, rotundamente ágrafo en materia económica, que se ha retirado por el foro, quizá porque sabe que ya se acabado el tinglado de la antigua farsa. Cuando se retiran algunas máscaras se descubre que los rostros que ocultaban eran idénticos a ellas.
[Fuente: El Diario Montañés]
El problema, uno de tantos, pero no el menor, va a ser dónde poner la indignación. Esa exaltada posición del ánimo, que va más allá del enojo o del enfado, se diferencia de éstos en que reclama venganza. ¿Cómo han conseguido nuestros políticos cabrear a tanta gente? Es verdad que son muchos. Ayer no más se votaron 70.000 cargos públicos en España, pero cada uno de ellos ha reclutado a varios enemigos. De todos es conocida la dificultad de elegir entre cosas que no nos gustan. ¿Cuál es el mal menor si todos son bastante grandes? El único baremo para las indefensas personas decentes ha venido siendo el de escoger al partido que tuviera menos imputados en sus listas, pero hay que saber aritmética, ya que el número de golfantes anda parejo.
Quizá pueda verse todo más claro a partir de ahora, pero lo único cierto es que no vamos a estar a partir un piñón. Unos se llevan muy mal, otros no se llevan y hay bastantes que quieren llevarse algo. En 13 autonomías y en 8.116 Ayuntamientos ha habido codazos y cargas ilegales, pero se han señalado muy pocos penaltis. El que está fuera de juego es el árbitro. Un muchacho de buena fe y de buena esperanza, rotundamente ágrafo en materia económica, que se ha retirado por el foro, quizá porque sabe que ya se acabado el tinglado de la antigua farsa. Cuando se retiran algunas máscaras se descubre que los rostros que ocultaban eran idénticos a ellas.
[Fuente: El Diario Montañés]
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