Nada más pasar el quiosco, a su lado estaba la parada de taxis. Porqué se situó la parada aquí y no antes de atravesar la vía, en la zona que estaba enfrente de la casa Pilatti, y que era más amplia. Quizá por qué allí era mejor para el aparcamiento de “líneas” y camiones. En cualquier caso, la parada siempre la conocimos al lado del quiosco.
La profesión de taxista tuvo un verdadero auge, durante los años sesenta hasta finales de los noventa. A partir de ese momento las cosas cambiaron de manera extraordinaria, la gente tenía un fácil acceso a los vehículos y ya no era tan rentable dedicarse a dicha profesión.
¿Cuándo llegaron los taxis a nuestro pueblo? La verdad es que tenemos muy pocas referencias a la existencia de taxis en el pueblo antes de los años cincuenta. De hecho solo he encontrado dos referencias. La primera nos sitúa, según muchas personas, a Alfonso Velarde, conocido como “Minuto”, como único taxista que había en Los Corrales en aquellos tiempos. En todo caso, el historiador Fernando Obregón hace alusión en uno de sus escritos, a la existencia de un taxista en el pueblo de Los Corrales en el año de 1934. Así manifiesta que “El cabo del puesto, Lodo, localizó al único taxista que había en el pueblo, Ignacio Sainz-Pardo… que no dudó en acudir con su coche para trasladar los heridos a Santander”
Posiblemente hubo más taxistas en todo el período, pero lo más importante fue la parada de taxis que durante mucho tiempo estuvo situada en la zona de estación, pasando el paso el a nivel, al lado del quiosco de periódicos.
Los taxistas se organizaban de manera que se tuviera muy claro que coche debían coger los clientes, estos no podían acceder a cualquier taxis. Estos se situaban a ambos lados del quiosco. Nada más pasada las vías nos encontrábamos con un camino que nos llevaba a los almacenes que estaban enfrente de la estación. A lado de este muro había un espacio que permitía que hubiese una pequeña estantería donde colocar el teléfono para recibir las llamadas. Pegado al teléfono había aparcado un taxis a quien le correspondía atender la llamada por teléfono o al cliente que se presentara. Al otro lado del quiosco se iban situando el resto de los taxistas, según su orden de llegada. Todos debían respetar el turno que les correspondía. Parece ser que esta norma no se seguía siempre, pues cuentan algo curioso. Cerca de la parada de taxis estaba la notaría, al frente de ella estaba la Notaria Paula de Peralta que residía en Santander; cuando terminaba la jornada, hacia la 1:30, no iba en el tren sino que salía y dirigiéndose a la parada de taxis, siempre cogía el primero que encontraba, que daba la casualidad de que precisamente era el último de la fila. Se transgredía la norma, pero bueno, daba la circunstancia que una vez les tocaba a uno y otra veces a otro y por otro lado se mantenía una buena clienta pues era un viaje diario a Santander. El problema venía cuando alguno tomó la costumbre de marcharse de la parada hasta que se acercaba la hora para situarse en último en la fila. Son cosas que pasan.
En este momento se habla de la existencia de 16 taxistas ejerciendo en la localidad. No tengo claro si cuando se dice “localidad”, se está refiriendo al pueblo de Los Corrales o al municipio de Los Corrales de Buelna. En todo, caso el Vicente Antañón, taxista hasta hace muy poco tiempo, hace referencia a 11 taxista en la parada: Toño “El Francés”, Paco, el del Bar, Carlos Jorrín, Secundino, Quilis, Juanín “El Pasiego”, “El Peque”, Rafael, Neli, Avelino, Antonio Gómez y, lógicamente Vicente Ontañón. Es curioso, Vicente, recuerda no solo los nombres de los taxistas sino también el coche que utilizaban. De hecho llegó existir un número de 11 taxistas, en este momento todos hombres. Los coches más utilizados eran el Renault 18 con tres automóviles, los Seat 132 con tres y el Seat 131 con un vehículo; luego estaba algún Mercedes y Chrysler. La diferencia de número de taxis posiblemente, está en que en una fuente se contabilizan a todos los taxis que había y la otra solo se refiere a los que tenían la parada en la zona de la estación. No olvidemos por ejemplo los taxis del Ontaneda, que creo recordar siempre ejercieron su actividad desde la zona donde están actualmente.
Cuentan que uno de los días de más movimiento, un día que no había forma de parar el Día de Difuntos. Este día venían muchas personas en el tren con ramos de flores para llevarlas a las tumbas de sus familiares. Por tanto era vital para trasladarse a la zona donde estaban los cementerios y estar para la hora del regreso de los trenes. El problema se incrementaba, pues había un acuerdo entre los taxistas que los domingos y días de fiesta solo trabajarían la mitad de los mismos. No está muy claro si ese acuerdo se mantenía en este día.
Así todo, los choques por el incumplimiento de la normas, por parte de algunos de los taxistas, determinó que la Alcaldía interviniera para corregir los problemas y llegar a un acuerdo entre los taxistas. Así, en Febrero de 1982, el colectivo de taxistas y el gobierno municipal se reunieron para llegar a establecer unas bases de funcionamiento. El acuerdo llegado fue el siguiente: el horario sería de 8 de la mañana a 11 de la noche, con una permanencia de 36 horas semanales; al mismo tiempo se establecía un turno de 11 de la noche a las 8 de la mañana. Todo esto parece que resolvió los problemas.
Más adelante, en mayo de 1984, estando de Alcalde el Clemente Ontoria, y habiendo peticiones de traslado de una parte de los taxis a otras zonas más céntricas del pueblo, dado que se estaba observando un descenso del servicio. La Alcaldía proponía la zona donde estaba la Casa Capitular en ese momento, en la Plaza, para situar la nueva zona de taxis; se fijarían dos plazas, de tal forma que si fueren muchos taxis los que solicitaran ese traslado, se haría por sorteo entre todos los taxistas. Y si salían menos de dos, se fijaría un turno rotatorio entre todos los taxistas. En todo caso, el Alcalde antes de tomar una decisión se reuniría con los taxistas. No sabemos cómo fue la reunión, pero en el mes de agosto se establece una nueva parada de taxis en la calle Matías Montero, “lugar donde quedará lógicamente prohibido el estacionamiento y donde se colocará un teléfono para servicio de los cinco taxistas que han solicitado a esta parada”. En todo caso, eso sale en el periódico, y con posibilidad aparecerá en las Actas municipales, pero nadie recuerda de la existencia de esa parada, ni los bares de la zona ni los taxistas a los que he preguntado. Posiblemente fue un intento de resolver un problema, pero que no se llevó a cabo.
En el año 1986, volvió a surgir la petición de los taxistas a la Corporación municipal, para trasladar la parada de taxis hacia la zona de la Avenida Cantabria, cerca de la Plaza de la Constitución. Parece que en un principio se siguió manteniendo la parada de taxis de la zona de la Estación al mismo tiempo que se establece otra parada, en la confluencia de la Avenida Cantabria y la calle Hernán Cortés, donde actualmente está la Caja de Ahorros. Más adelante en el mismo año se habla de una parada de taxis situada enfrente del nº 20 de la Avenida Cantabria. Parece ser que en octubre de 1986 se fijó el acondicionamiento de la parada de taxis, situada en el cruce entre la Avenida Cantabria y la Calle Peñas Arriba, donde se situaría un teléfono al servicio de los taxistas.
Los taxis poco a poco van abandonando la parada de la Estación. El pueblo crece por la zona del centro, y con las obras del túnel y la proliferación de coches la antigua parada deja de ser atractiva. Y los taxistas van cumpliendo años y todo hace que su número vaya descendiendo hasta el día de hoy, donde prácticamente se ha quedado reducido a tres taxistas.
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